lunes, septiembre 10, 2007

Vámonos

Me pediste que te sorprendiera. Sé que ésto no es del todo una sorpresa, que apenas se puede considerar un regalo, que las palabras en un mundo como el de hoy como no cotizan en bolsa no valen nada.

No sé, supongo que te levantaste y esperabas una flor, en la cama vacía de tu habitación y que sólo encontraste los gruñidos arqueológicos de los apuntes de tu opo. Pero Hayati, aunque ninguno de los dos lo deseemos, estoy lejos, en el Norte de África.

Hace un año estaba contigo. Había cogido una semana de vacaciones para ver a mis padres en la ciudad de origen. Era domingo. Cogí el autobús después de comer y me fui a Madrid, a conocer a la chica con la que llevaba unos días hablando por el messenger y por teléfono. Lo que más me cautivaba de tí, antes de conocerte en persona, fue la voz, una voz tan dulce que sólo se puede tomar con cuchara de café.

En cuanto bajé del autobús, fuiste tú quien me encontraste. Al principio no te miraba. Me lo preguntas muchas veces ¿Por qué? Ya sabes que soy muy tímido. Por fin te tenía delante y no sabía como comportarme. No paramos de hablar esa tarde, hasta que anocheció y a pesar de que los labios siguieron expresándose, las palabras callaron. Sé que te gustan los símbolos. Ocurrió frente a un museo de arte comtemporáneo. A tí te encanta el arte y a mí lo comtemporáneo.

Desde aquella tarde se han sucedido las visitas en avión, los fines de semana, los viajes en común, y he de reconocerte que no te quiero como el primer día. Te quiero mucho más. Tu también eres otra gotita que has ido empapándome.

Ahora me permito pensar como será todo el año que viene. Me veo en Madrid, viviendo contigo, celebrándolo de otro modo. Espero que no seamos tan vulgares como para limitarnos a regalarnos una flor, una joya, un reloj o un libro, ni que vayamos esa noche a cenar a un sitio caro que nos hayan recomendado para después echar un polvo en casa y decirnos muchas veces cuanto nos queremos. Como canta Sabina, yo no quiero un amor civilizado.

Esa tarde me gustaría decirte Vámonos. A cualquier parte. Me voy a Madrid, hayati, pero no me voy para estar contigo, sino para llevarte conmigo. Te querré hasta que te diga ven y tú ya no lo dejes todo.