Salgo del Puerto Deportivo de la Fortaleza después de tomarme unas cañas con mis amigos. Vuelvo a casa. Solo. Un BMW azul se para unos pasos delante de mí y baja la ventanilla.
- Tienes hora? - me pregunta. Tiene acento andaluz.
- Las seis y diez - le respondo después de mirar el móvil.
Me hace un gesto con la mano para que me acerque. Tendrá mi edad, en torno a los treinta. Va vestido con camiseta y pantalones cortos, de deporte.
- ¿Eres de La Fortaleza?- me vuelve a preguntar.
- Sí.
- ¿Por dónde se puede salir?
- Aquí al lado, en el puerto - le digo.
- No, lugares de más ambiente- me dice- Tú me entiendes.
- Claro.
- Llevo varios días en la Fortaleza y no encuentro nada - me comenta.
- Ésta es una ciudad muy pequeña y muy jodida. Ya lo descubrirás con el tiempo.
Se me pasa por la cabeza, pero no le digo que tengo amigos gays que tienen que recurrir a la prostitución de negros e inmigrantes, porque en la Fortaleza gobierna la hipocresía.
- Ya, pero supongo que a todo el mundo le apetece que le hagan una mamada a estas horas. ¿A tí no te apetece que te hagan una mamada?.
Con una mano se está tocando la entrepierna por encima del pantalón. Es de color gris y parece de algodón. Sonrío. Me acuerdo del principio de Platero y yo.
- De momento estoy servido- le digo.
- ¿No te parece ésta una buena hora para que hagan una mamada?
- No, gracias.
- Bueno, perdona, tío.
- No pasa nada. Hasta luego.
- Hasta luego.
Me fijo en la matrícula del BMW. Es de las nuevas.
- Tienes hora? - me pregunta. Tiene acento andaluz.
- Las seis y diez - le respondo después de mirar el móvil.
Me hace un gesto con la mano para que me acerque. Tendrá mi edad, en torno a los treinta. Va vestido con camiseta y pantalones cortos, de deporte.
- ¿Eres de La Fortaleza?- me vuelve a preguntar.
- Sí.
- ¿Por dónde se puede salir?
- Aquí al lado, en el puerto - le digo.
- No, lugares de más ambiente- me dice- Tú me entiendes.
- Claro.
- Llevo varios días en la Fortaleza y no encuentro nada - me comenta.
- Ésta es una ciudad muy pequeña y muy jodida. Ya lo descubrirás con el tiempo.
Se me pasa por la cabeza, pero no le digo que tengo amigos gays que tienen que recurrir a la prostitución de negros e inmigrantes, porque en la Fortaleza gobierna la hipocresía.
- Ya, pero supongo que a todo el mundo le apetece que le hagan una mamada a estas horas. ¿A tí no te apetece que te hagan una mamada?.
Con una mano se está tocando la entrepierna por encima del pantalón. Es de color gris y parece de algodón. Sonrío. Me acuerdo del principio de Platero y yo.
- De momento estoy servido- le digo.
- ¿No te parece ésta una buena hora para que hagan una mamada?
- No, gracias.
- Bueno, perdona, tío.
- No pasa nada. Hasta luego.
- Hasta luego.
Me fijo en la matrícula del BMW. Es de las nuevas.