lunes, diciembre 04, 2006

Hombres como los de antes

Los hombres ya somos como los de antes, sobre todo los que hemos pasado por la Universidad para estudiar una carrera de letras y no hemos hecho ni la mili (en mi caso, me declaré objetor). Leemos libros sin fotografías, escribimos poesía contaminada de metáforas, nos encanta el cine independiente y el rock alternativo, dudamos entre si somos seres humanos o replicantes, nos sabemos cientos de citas de autores que fallecieron varios siglos atrás, tenemos sentido del humor, somos especialistas de jugar al mus y de tomar cañas y copas en los bares, nos consuela la visión de la vida que tiene el budismo, pensamos que la felicidad consiste en tener una tarjeta de embarque en la mano, sabemos dónde está y para qué sirve el clítoris y a veces (muy pocas veces pero alguna) hasta nos entienden las mujeres, pero cuando tienes una casa nueva, te has cansado de vivir como un hippie y necesitas una serie de detalles para terminar de vestirla con las galas de una novia virgen, te das cuenta de que todo lo que has aprendido a lo largo de tu vida de intelectual bohemio con pinceladas zen y de la que te sientes tan orgulloso no sirve para nada.

Me gustaría ser un hombre como los de antes, de esos que se suben en una escalera, haciendo equilibrios de trapecista de un circo internacional, con el pantalón medio caído, enseñando un poquito la raja del culo y a quienes le quedan bien expresiones como me cago en la puta de oros y saben lo que es una broca, un taco del seis y una arandela, mientras preparan los taladros necesarios para colocar los rieles de las cortinas, los focos de luz del techo que hacen juego con el mueble del salón y del dormitorio o los apliques que faltan en el cuarto de baño.

Tengo la casa llena de cajas, entre ellas la de un taladro (que todavía ni he abierto), en primer lugar, porque un hombre sin taladro (inevitable símbolo fálico) no es un hombre aunque luego no lo usemos nunca, y en segundo lugar, porque he organizado para mañana por la tarde la Operación Casa. He comentado a mis amigos que necesito ayuda para terminar de vestir mi casa y que cuando terminemos, pagaré unas rondas de cañas y tapas a todo el que arrime el hombro.

De todos modos, tengo apuntado el número de teléfono de un hombre de los de antes, por si al final me dejan tirado o algo sale mal y nos pasamos con el taladro y estrecho relaciones de amistad con el vecino porque le veré a través de los cientos de agujeros inútiles de mi pared con ciertos toques conceptualistas sin duda influenciados por el constructivismo soviético y el dadaísmo suizo.

lunes, noviembre 27, 2006

Variación nostálgica de un cuento de Monterroso

Cuando desperté, tú ya no estabas aquí.

domingo, noviembre 26, 2006

Leer y escribir

Me encanta leer a la luz de las velas,
pasar una a una las páginas del libro que es tu cuerpo,
abandonarme en el capítulo de tus labios,
acompañar con la mirada las líneas mecanografiadas por la noche
mientras las recorro con un dedo para no saltarme ni una sola palabra,
pronunciar en mi lengua los párrafos que más me gustan,
subrayarte, arrancarte las solapas y las cubiertas,
embraguiarme con tu olor a papel, sílabas, rima asonante y tinta,
sentir que eres un papiro egipcio, un pergamino medieval,
una enciclopedia británica de donde extraigo citas,
un manifiesto prohibido, un incunable, un opúsculo de alquimia,
un libro sagrado que funda una nueva religión de fanáticos
que prende fuego por inútiles a todas las bibliotecas,
un volumen descatalogado que no puedo permitirme
y que robo a punta de pistola de las estanterías de algún millonario chiflado,
leerte tantas veces que consiga aprenderte de memoria
para después olvidarte y volver de nuevo a ti
a releerte o a escribirte en tus márgenes
mientras sueño que eres un libro en blanco, un cuaderno,
un diario íntimo que emborrono con los versos de mi deseo
y que corrijo mirándote a los ojos,
mientras los críticos de tu respiración
que me observan fijamente me indican el camino,
y si me dicen que merece la pena lo anoto en tu cuello
y lo paso a limpio en los folios de tu piel desnuda,
tecleándote en busca de un final feliz
que te haga sonreír como una película muda en blanco y negro.

Pataleta de niño pequeño

El otro día mi hermana que andaba en mi antiguo cuarto de casa de mis padres con el ordenador me dijo que me acababan de mandar un sms. Le pedí que me trajera el móvil para ver quien era y como en la pantalla aparecía Mensaje recibido de Hayati me preguntó que de quién era.

Le dije que era tuyo y que Hayati significa en árabe marroquí mi vida.

Mi hermana se sorprendió que utilizara un calificativo tan cariñoso para definirte puesto que, aparentemente, soy un tipo frío, distante, despegado, serio, un poco borde y nada cariñoso, un asceta que ha podado con la edad las ramas de los sentimientos para que su sombra no le impidiera ver la realidad, ya que le saco diez años y siempre me ha visto como su hermano mayor que accedía a sus caprichos o que la reñía cuando se pasaba de la raya.

Por supuesto que no tiene ni idea de que escribo un blog. En realidad, muy pocas personas saben que lo escribo. Lo prefiero porque así puedo expresarme con mayor libertad. Soy muy celoso de mi mundo privado y sólo dejo entrar en él a quien es capaz de leer las runas escritas en su puerta.

Tú, en cambio, te sorprendes por todo lo contrario. Me dices que soy muy dulce por la forma que tengo de escribirte, de mirarte, de hablarte, de besarte, de acariciarte y no entiendes cómo soy incapaz de dar un beso todos los días a mi madre, como puedo soltar a veces esos exabruptos contra la ciudad de origen que me adoptó de niño, ser tan poco delicado con mi familia porque apenas me ven a lo largo del año y desear como un niño pequeño caprichoso y egoísta (quiero, quiero, quiero) volver a mi mundo de la Fortaleza para cerrarlo de inmediato con un portazo colocando en el picaporte el letrero de Don´t disturb.

Aunque soy consciente de que todavía no estoy totalmente operativo, ayer regresé por fin a la Fortaleza y sentí un inmenso alivio al bajar del avión que se elevó a la enésima potencia cuando encendí en mi casa una barrita de incieso y una vela. Naturalmente que echo de menos a mi familia, y en especial a Mama (ay, hace años que no la llamo así) que es la persona que más quiero en el mundo, pero para mí la Ciudad de Origen está cargada de energía negativa y por culpa de la operación me agobié y sentía que el pasado me estrangulaba con sus brazos gelatinosos. Me he pasado media vida anhelando la huida y modelar con el torno de la realidad todos mis sueños.

Dentro de diez días volveré a la Ciudad de Origen hasta las Navidades y me he prometido a mí mismo no volver a tener otra pataleta de niño pequeño como esa y compartir con mi familia toda esa dulzura que dices que llevo dentro.

lunes, noviembre 20, 2006

Bilis negra

Escribir es el mejor antibiótico contra la bilis negra.
Sigo en casa de mis padres, en la ciudad de origen, aunque ya tengo el billete de avión de regreso a la Fortaleza para el próximo fin de semana, porque cuento con que el médico me dé el alta el próximo viernes.
En principio iban a ser unas vacaciones en las que iba a descansar, pero por culpa de la baja casi veo mi estancia aquí como una obligación, en lugar de un placer. Soy una esclava cristiana adolescente que tiene el culo mal sentado en los cojines de seda de un harem otomano. Los puntos de mi operación son los eunucos que me custodian para que no abandone el palacio.
Me siento como si hubiera retrocedido en el tiempo. La casa de mis padres están llenas de fotos, postales y recuerdos de la otra vida que estaba viviendo, de la otra vida que años atrás estaba soñando entre las paredes de mi antigua habitación, de la otra vida que ahora vuelvo a soñar mientras miro el mapa del mundo que tengo colgado junto a mi cama.
Parafraseando a Chuang Tzu:
Oren soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Oren que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Oren.
La ciudad de origen es una himno a las matemáticas: todo está previsto, todo está estructurado, todo cuadra. Basta con hacer la prueba del nueve a los días para comprobarlo. El niño que todavía lleva dentro nuestra generación va cada mañana al colegio, lleva pantalones largos, está peinado con la raya en el medio, huele a Nenuco, saca buenas notas, no tiene las rodillas sucias, no sueña con abordar galeones desde su barco pirata y no lleva los mocos colgando como estalactitas de libertad.
Ayyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!
Me estoy agobiando.

viernes, noviembre 17, 2006

Desde la ciudad de origen

Estoy de baja.
Después de la imprevista operación del sábado pasado me han recomendado reposo durante quince días e intento cumplirlo lo mejor que puedo en casa de mis padres en la ciudad de origen, pero reconozco que me cuesta. Me dedico básicamente a leer (de momento ya he leído un libro de Tahar Ben Jelloun, uno de Osho y ahora estoy con uno de Orhan Pamuk). No sé muy bien qué daría por estar bien y estar ahora pensando en mi regreso a la Fortaleza. Lo que más me apetece ahora mismo es encender una barrita de incienso, sentarme en mi sofá rojo, cerrar los ojos y centrarme en mi respiración.
Pero la vida es una autovía que nunca tiene letreros que nos indiquen en que dirección circulamos con el automóvil de los días.
Mi intención era volver a Asturias, la tierra donde yo nací y que abandoné de la mano de mis padres siendo un niño en busca de trabajo. Y allí llegué ya avanzada la noche del miércoles pasado junto a Hayati. Para mí era un viaje muy especial, un regreso a mi infancia y el destino quiso que fuera ella quien me acompañara. El jueves callejeamos por Oviedo y el viernes por fin pisamos Avilés, la ciudad donde yo nací hace treinta y dos años y un día y donde me emocioné bajo la máscara de carnaval con que los años han ocultado mi rostro. Todo era maravilloso, hasta que esa noche...
Nunca había conocido un dolor igual y a pesar de que intentaba ignorarlo (mi expresión no hay dolor, equivale según Hayati, que habla perfectamente mi idioma a una hora y media de quirófano), acabé en un hospital de Oviedo donde me operaron de urgencia y del que me llevo unos cuantos puntos que todavía se están cerrando, la suerte de haber conocido a R. y sentirme mucho más cerca de Hayati.
Te echo de menos.

martes, noviembre 14, 2006

Póngamos que hablo de R.

En ocasiones la vida te presenta personajes olvidados, que viven encerrados y solos en las habitaciones de un hospital hasta que te ingresan de urgencia durante un viaje (hablaré de él en otro post) y coincides con uno de ellos.

R. tiene cincuenta y nueve años, aunque parece mayor, porque su cara está avejentada, ojeriza y con la seriedad de haber mirado fijamente a los ojos rojos de la Muerte. Desde los veinticuatro años ha vivido casi siempre en una prisión de camas, batas blancas, olor a anestesia, quirófanos, dolores leves, moderados y fuertes y antibióticos, luchando por su salud. Jugaba en el Sporting de Xixón en los tiempos de Fuentes y en un partido contra el Oviedo, tuvo que retirarse por la fiebre y lo que parecía, en principio una infección de orina, fue el principio de sus desgracias. Le diagnósticaron insuficiencia renal que a la larga le encadenó a una máquina de diálisis que visitaba cada dos días. Perdió casi toda la masa muscular de futbolista y doce centímetros de altura, hasta que después de dieciseis años le pudieron hacer el primer transplante de riñón que le duró cinco años. De nuevo tuvo que volver a la máquina, hasta que le transplantaron otro distinto. Aún así tuvo tiempo para viajar por toda Europa, para traballar y para casarse con su mulleruca.
Tiene que tomar once pastillas cada desayuno, comida y cena, todo un arcoiris químico que le permite seguir con vida y que, mezclado con el sol y con la mala suerte de estar dentro del porcentaje del 15% del que advierte el prospecto de la medicación que toma para que cuerpo acepte el riñon transplantado, que le ha provocado cáncer, motivo por el que estaba en esos momentos en el hospital.
Mi operación no era complicada y me encontraba en perfecto estado, y ya desde el primer día quería irme del hospital, hasta que a mi Hayat (que parecía en el hospital de una ong de la alegría, aliviando la soledad de R.) y a mí nos contó un pedacito de su vida, sus anécdotas de la mili con un capitán que le mandaba limpiar su MS (mierda de seiscientos), sus viajes de estudiante en los tenía dinero para el viaje y poco más y en los que los últimos días se alimentaban de mendrugos de pan, su entusiasmo por las ciudades y en especial por las de Asturias, sus amigos con los que echaba la partida y sus treinta y cinco operaciones escritas con cicatrices en su piel de pergamino.
Cuando ya me dieron el alta, R. acóstose, excusándose porque tenía sueño para disimular el cariño que en tres días nos había cogido y evitar la emoción de lágrimas saladas de las despedidas, pero Hayati le dijo:
-Venga R. danos dos besos que nos vamos.
Y allí le dejamos, pero sin que podamos olvidarlo porque nada te puede doler a su lado. No tiene miedo a la muerte. La espera en la cama de un hospital, mientras escucha por los aurículares de su radio cómo ha quedado el Real Madrid y sueña con beberse un vasín de rioja que tiene completamente prohibido.

martes, noviembre 07, 2006

Quenosemolvide...

...antes de marcharme escribir un post a Hayati, que no se me olvide despedirme durante unos días de todos los que me leeis porque me vuelvo mañana a la península, que no se me olvide preparar la maleta, planchar la ropa, guardar los libros que me dejó para devolverselos y llevar los que le quiero dejar a ella, que no se me olviden las palabras con las que pretendo dibujarle sonrisas y llevar prendas de abrigo, que no se me olvide grabar el cedé con las fotos de mis viajes por Marruecos, revisar el neceser, el desodorante, el cortauñas, la máquina de afeitar, la colonia, el cepillo de dientes, el dentífrico, que no se me olviden las manos con las que quiero desnudar su cuerpo ni recoger la casa, barrer, fregar y tirar la basura, que no se me olvide cargar la máquina de fotos, los móviles (uno de contrato para mi vida normal y otro de prepago exclusivo para ella), que no se me olviden los labios con los que voy a besarla, recorriendo geográficamente su piel desde la boca, que no se me olviden las lentillas ni la solución limpiadora para la eliminación de proteínas, que no se me olvide cerrar bien la puerta y bajar todas las persianas ni la lengua con la que escribiré telegramas en código morse (punto, raya, punto) desde su central de escalofríos, que no se me olviden los dedales que he comprado para mi madre ni los fósiles que me vendieron en el desierto, que no se me olvide sacar dinero del cajero y lamentarme durante unos segundos por gastar tanto, que no se me olvide quedar con un amigo para que me lleve al aeropuerto, que no se me olvide decirle que la quiero tanto, tanto, tanto, mucho más que tanto, que no se me olvide olvidarme de todo y dejar en tierra mis problemas, quenosemeolvide...

lunes, noviembre 06, 2006

Historias de la Fortaleza















La Fortaleza es española desde que, según Barrantes, el cronista de la época, en 1497 el duque de Medina Sidonia mandó aparejar cinco mil ombres de apié e alguna gente a cavallo, e mandó aparejar los navíos en que fuesen, e hizolos cargar de mucha harina, vino, tocino, carne, aceyte e todos los otros mantenimientos necesarios; e de artilleria lanças, espingardas e toda monición con la que partió su comendador Pedro de Estopiñán en el mes de septiembre. Desde entonces y prácticamente hasta ahora, su historia no ha sido más que una enumeración de construcciones aceleradas de fuertes, sitios y batallas para defender su españolidad, a costa muchas veces de la sangre de campesinos españoles reconvertidos en soldados a la fuerza, estando en varias ocasiones a punto de caer en manos marroquíes, como durante la época del desastre de Annual de 1921, en la que se quedó prácticamente desguanecida y soportó el bombardeo de los cañones de Abdelkrim el Jatabi robados al ejercito español desde el cercano monte Gurugú, en el que se refugiaban los subsaharianos que querían entrar saltando la valla a la Fortaleza. Desde la independencia de Marruecos, sus límites quedaron fijados por los de un acuerdo hispano-marroquí firmado el 26 de junio de 1862, en el que para establecer su perímetro se disparó un cañon. Para entender el carácter del melillita de pata negra, es necesario recordar su historia. Quizá por eso su patrona sea la Virgen de la Victoria y su escudo el de la Casa de Medina Sidonia.

Ayer publicaba El País, que la Fortaleza se ha convertido en un objetivo terrorista para la Yihad Islámica. Un comunicado colgado en el foro Alansar firmado por Nadim al Magrebí, desde un ciber de Árgel decía que si es una obligación para nuestros hermanos de Al Qaeda alistarse con los muyahidines en Irak, creo que se considera una obligación principal también, la Yihad contra el estado infiel español, para liberar las ciudades ocupadas. Y ésto formando un grupo yiyadista fuerte que no tenga como objetivo llevar sólo una o dos operaciones, sino declarar una guerra a muy largo plazo. Espero que esta proposición sea aceptada por los hermanos muyahidines y aquellos deseosos de llevar a cabo la yihad en los países del norte de África.

Cuando me preguntan acerca de qué opino sobre la españolidad de la Fortaleza, suelo contestar con evasivas, porque no me apatece discutir de política con personas que no entienden mi postura de que no debería existir en el mundo ni una sola frontera y que todos deberíamos pertenecer a la misma nación, la del ser humano. Durante mi último viaje a Marruecos, me dijeron que la Fortaleza es marroquí y yo contesté que sí y que Gibraltar es español y las Malvinas argentinas.

Bauticé con el nombre de la Fortaleza a la ciudad donde vivo porque lo que más impactó nada más llegar fueron los casi once kilómetros de longitud del perímetro fronterizo, su doble valla de seis metros de altura con una serpentina entre ellas, las cámaras térmicas, las garitas de vigilancia, los todoterrenos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, el helicóptero que sobrevuela por la noche y los focos iluminando el país vecino. Somos un fragmento del Primer Mundo encerrado en el norte de África, una ameba capitalista a quien le acosa el ADN de la miseria, un reality show de sesenta mil habitantes, en el que casi la mitad de la población es de origen musulmán.

Lo que ocurre aquí no es más que la imagen reflejada del espejo del mundo.

sábado, noviembre 04, 2006

Sábado por la noche

No salgo en La Fortaleza un sábado por la noche, por los menos, desde septiembre.

Todo tiene su tiempo, y me temo que ya se está acabando el mío. ¿Maduro? Quizá. Tal vez me esté curando del síndrome de Peter Pan bohemio que fijaba mi polo magnético junto a la barra de un bar de copas. Siento que la noche es para quienes salen a cazar con la antorcha de la adolescencia y a mí ya se me ha apagado con la lluvia de los años. Ya no encuentro la misma poesía en el fondo de un cubata ni me atrae la artificialidad de las conversaciones de zapatos de aguja de los fines de semana. Me siento un viejo mito que ya no aparece en las crónicas orales, un desorientado duende avejentado de un antiguo mundo politeísta que no habla el lenguaje de los sms y que sólo espera el momento de volver a la seguridad que le dan las sombras y las nieblas de su bosque privado, un tío que dentro de poco cumplirá treinta y dos años.

Si no fuera porque me marcho el miércoles a la Península y ya no vuelvo hasta el diecinueve de noviembre y voy a estar un tiempo sin ver a mi gente, me quedaría tranquilamente en casa con una manta sobre las piernas, tomando sopita y soplando la cuchara porque ha estado demasiado tiempo en el fuego. Me gusta refugiarme en el pequeño santuario donde con la agujas de punto de la imaginación tejo los sueños, que casi siempre tengo asociados con el día, salvo los más íntimos, que son siempre a la luz de las velas y con un leve olor a incienso flotando en la atmósfera de labios y manos sobre piel desnuda de una cama compartida.

Y sin embargo, esta noche me ducharé, me afeitaré, me pondré las lentillas, me echaré mi perfume de casi cincuenta euros y eligiré una camisa con la que me sienta cómodo porque esa será la bandera que pasearé por las calles junto a mis colegas.

La primera ronda la pago yo.

Salud.

jueves, noviembre 02, 2006

Piensa mal y acertarás.

PIENSA MAL Y ACERTARÁS
(Boceto de un guión para un corto que no se rodará jamás)

DRAMATIS PERSONAE
(Por orden de aparición)

AMIGA
OREN
CAMARERO
AMIGO


(El escenario es una cafetería de la Fortaleza. Es por la mañana. Casi todas las mesas están ocupadas y se oye bastante ruido de fondo. La gente entra, sale, se ríe y se cabrea porque los camareros no le sirven). AMIGA y OREN están sentados en una mesa de hierro forjado con el tablero de marmol, llena de tazas, restos de tostadas y un cenicero con algunas colillas, de alguien que estuvo desayunando antes. Casi todo son primeros planos y la cámara graba sin trípode y sin importar los movimientos, como en una película dogma).

AMIGA: Bueno, Oren, ¿y qué tal todo?
OREN: Bien
AMIGA: Se te ve más contento.
OREN: Seguramente, es que estoy estudiando.
AMIGA: Ah, sí. ¡Cúanto me alegro! Y ¿te has matriculado aquí, en la Fortaleza, o fuera?
OREN: No, aquí no. En la pení.
AMIGA: ¿No te gustaba lo que había por aquí?
OREN: La verdad es que no me atraía nada.

(Aparece CAMARERO)

CAMARERO: Buenos días, ¿lo de siempre?
OREN: Sí, para mí con leche templada y para ella...
AMIGA: Con leche también.
CAMARERO: ¿Fría, caliente, templada?
AMIGA: Caliente, que ya empieza a hacer frío.

(Se va CAMARERO después de recoger la mesa y limpiarla con un trapo).

AMIGA: ¿Y cómo te has matriculado?
OREN: Pues on-line, ya sabes, las nuevas tecnologías.
AMIGA: Seguro que es complicado. Todo lo que es a distancia exige mucha disciplina y dedicación.
OREN: Lo sé, pero tengo una tutora.
AMIGA: Ah, es una mujer. Que bien.
OREN: Sí, es una mujer. Hablamos por teléfono casi todos los días y le pregunto mis dudas.
AMIGA: ¿Y te pone deberes? Jajaja
OREN: Pues sí, me pone deberes por escrito.
AMIGA: Y los haces bien.
OREN: Lo intento, al menos.
AMIGA: Muy bien.
OREN: ¿Sabes? Lo bueno que tiene ésto, es que puedes ver a la tutora de vez en cuando. Yo ya he ido dos veces a verla.
AMIGA: Pues podía ella venir aquí a darte clase, también.
OREN: Ójala.
AMIGA: ¿Y qué? ¿Qué tal explica la tutora?
OREN: Yo creo que muy bien. Además, que como es ella quien, me va examinar, viene bien ir a verla.

(Viene CAMARERO y sirve los cafés en silencio)

AMIGA: ¿Cuando te examinas?
OREN: Pues dentro de unos días.
AMIGA: El examen es escrito, supongo.
OREN: No sé muy bien, el primero suele ser oral.y si apruebas, el segundo ya es práctico, pero depende de la asignatura. A veces hay más de dos exámenes.
AMIGA: ¿Qué tal lo llevas?
OREN: Yo creo que bien, pero no sé. El oral no creo que me plantee muchos problemas. En lo que estudiaba antes, prácticamente sólo hacía exámenes orales.
AMIGA: ¿Terminaste al final?
OREN: Qué va. Al final lo dejé. Hacía los parciales que eran casi todos orales, pero nunca me presenté a un examen final donde ya tenías que hacer el práctico, pero en fin.
AMIGA: ¿Y ésto lo vas a dejar también a medias?
OREN: Eso no se sabe nunca. La verdad es que nunca me lo había planteado, pero creo que tengo vocación. Me gustaría seguir con ello a ver que tal.
AMIGA: Ya, ya.
OREN: Creo que el práctico es lo que peor llevo. Me sé toda la teoría y a veces me imagino supuestos en casa, pero hasta que no haga el examen, no sé lo que me va a caer.
AMIGA: ¿Y no le puedes preguntar a la tutora como va a ser el examen?
OREN: Pues se lo he preguntado y me dice cosas, pero hasta que no tengas el examen delante, no te puedes hacer muy bien a la idea. Es que no todas las asignaturas son iguales. Cada una es un mundo.
AMIGA: Ya verás como lo haces bien. Tú eres un coco, Oren.

(Llega AMIGO)

AMIGO: ¿De qué hablais, cabrones?
AMIGA: De los estudios de Oren.
AMIGO: No me lo creo, seguro que hablabais de sexo.
OREN: De verdad que mal pensando eres, tío.
AMIGO: No, piensa mal y acertarás, Oren. En el fondo siempre estamos hablando de sexo.

(Fundido en negro).

miércoles, noviembre 01, 2006

Dormir

Uffff.

Necesitaba dormir.

Anoche me quedé leyendo y viendo películas en el portatil hasta las cuatro de la mañana. No suelo trasnochar si no salgo, pero me apetecía sumergirme en vidas ajenas hasta esas horas, cuando todo es posible y tienes miedo de salir del calorcito de la cama y encender la luz del resto de la casa, no sólo para no despertar a los duendes que sé que viven conmigo (desde hace unos meses también tengo una ninfa), sino también y, sobre todo, por si te encuentras con algún ogro que pretenda robarte los sueños del pecho o con alguna bruja mala que te hechice con malos pensamientos.

Espero que esta noche, los hados del sueño me visiten antes.

lunes, octubre 30, 2006

Recapitulando

Después de tanto cambio de blog, de tanto problema técnico y de tanto terremoto sentimental, creo que ha llegado el momento de que encienda una barrita de incienso importado de la India y con fondo la música de R.E.M (ahora mismo suena Losing my religion), ordene un poco mi vida y haga un breve resumen de la misma para encontrarme de nuevo porque tengo la impresión de que me he abandonado en algún aeropuerto con la tarjeta de embarque de la mano.

En primer lugar, empezaré por el aspecto profesional. Por un lado, estoy pensando muy seriamente en cambiarme de puesto de trabajo, sin abandonar la Fortaleza todavía, porque aunque empiezo a oir los tambores lejanos que anuncian que algún día tendré que marcharme, aun siento que es demasiado pronto. Todos los días trato de forma directa con el público en su mayoría de origen magrebí (a diario oigo más el tamazight, del que he aprendido ya unas pocas palabras, que el castellano), y aunque me ha enseñado mucho sobre las personas, como leer los ojos y comprender el relativismo de la cultura y las constumbres, por otro lado estoy como se dice comúnmente quemado. Algunos días siento que me falta motivación e ilusión y noto como poco a poco me voy convirtiendo en un engranaje insensible que gira y gira esperando que le llegue la nómina a fin de mes. Tengo la impresión de que mi trabajo no sirve para nada (siempre son los mismos problemas con distinta cara y distinto número de expediente) y que pende sobre mí la espada samurai de las exigencias, dispuesta a finalizar el seppuku, en cuanto baje el ritmo. Además estoy un poco harto de firmar autógrafos en escritos con nombres que no me dicen nada, de que me conozcan por ahí y me saluden continuamente, y me pregunten qué tal va lo mío (sin que yo tenga ni idea de qué es lo suyo), cuando mi mayor ansia en la vida es pasar desapercibido, confundiéndome con las sombras de la nada, algo ya dificil en una ciudad como la Fortaleza, pero donde la mayor parte de la población musulmana sabe mi nombre, mi estado civil y cual es mi ciudad de origen. Mis compañeros intentan convencerme con la idea de los caramelos (para entenderlo se tiene que cambiar los caramelos por puntos para promocionar), si donde estoy me dan cinco caramelos y donde me quiero ir me dan un caramelo, no entienden porqué prefiero el caramelo.

Por otro lado, tengo la necesidad de promocionar, porque, aparte de todas las ventajas que me supondría, sé que es una vía rápida para volver a la Península, llevando el mismo ritmo de vida que llevo en el Norte de África. Me he puesto a estudiar de nuevo, después de tres años sin tocar los libros y de momento lo estoy haciendo poco a poco, pero con ganas.

En segundo lugar, está el aspecto financiero. Aunque tengo liquidez suficiente, estoy perdido en un marasmo de hipotecas, pagos a plazos de los muebles de mi casa y tarjetas de crédito, que vencen en periodos desiguales, y no sé realmente el dinero que tengo. Tengo que actualizar continuamente la libreta para no perderme entre los números. Espero que cuando llegue la paga de diciembre, mis cuentas se asienten, siempre y cuando no me declaren antes pródigo.

En tercer lugar, está mi aspecto sentimental. Estoy enamorado perdidamente, como un ciego ante una película de cine mudo, que sólo oye la música de jazz de un pianista que se esconde detrás de una cortina, pero que le gusta, porque su imaginación le trasmite que está ocurriendo algo maravilloso. Dentro de poco me iré de viaje con ella, porque, aunque sólo está a hora y media de avión y unas cuantas paradas de metro de distancia, las llamadas de teléfonos, los sms y los mails, no me llenan tanto como al principio, y necesito continuamente convertirla en realidad.

En cuarto lugar, tengo planeados dos viajes a la península, uno para principios del mes de noviembre (con mi Hayat), coincidiendo con mi cumpleaños y otro para diciembre, cuya vuelta me coincide con el día de Nochebuena. Será la primera Nochebuena que pase lejos de mi familia, la primera que me diré, en fin, Oren, aquí estamos, así que Feliz Navidad.

Este año ha sido más movido que el tipo de interés de una hipoteca variable. Si cuento las horas que he pasado en el avión, seguro que he pasado más de un día a diez mil pies de altura. Tampoco estoy seguro de recordar todas las camas donde he dormido (dos en la Fortaleza, una en la ciudad de origen, dos en la Isla, una en Granada, seis de mis viajes por Marruecos y una en Madrid, por ahora). Pero es éso lo que yo he elegido, ser un nómada que piensa que la alambrada es sólo un trozo de metal y cuyo hogar es el rincón donde estoy en ese momento, sentirme de todas las partes y saber que no soy de ninguna, y eso que quiero pensar que todavía estoy empezando, porque lo único que deseo es sellar mi memoria con todos y cada uno de mis sueños.

sábado, octubre 28, 2006

Problemas técnicos

Existen dos posibilidades:

a) O han sido los duendes

b) O han sido las brujas

El caso es que, por problemas técnicos, me he visto obligado a borrar todos los post anteriores, para poder publicar de nuevo.