miércoles, mayo 30, 2007

El cóndor pasa

Cierro los ojos.

Soy un niño. Obediente, tímido, ingenuo, buen estudiante. Paseo con un amigo por el patio del colegio. Encontramos un plástico de color blanco en el suelo. Mi amigo se queda mirando. Me pregunta si sé qué es un condón. No, le respondo. La palabra que más se parece en el pequeño diccionario de mi cabeza es un cóndor, un pájaro que habita en los andes, una canción de Simon and Garfunkel, aunque tampoco sabía entonces quien la cantaba.

- Mi hermana tiene en la mesilla de su habitación- me confiesa - Los usa con su novio.

Yo miro el plástico del suelo. Está sucio. Me pregunto para qué sirve, para que los utilizará su hermana con el novio.

Abro los ojos.

Ya no necesito leer las instrucciones. Me pongo el preservativo de forma automática, sin pensar, en rápidos movimientos. Me siento un poco absurdo. Un gato con botas. Un guerrero con el cuchillo plastificado.

Me acerco a tí. Tienes una herida de deseo entre las piernas, una pregunta cuya respuesta tomas en tu mano y la acercas a la entrada. Me pides que empuje. Una y otra vez. Te miro. Tus ojos verdes quieren sentirme dentro. Yo quiero la muerte de un segundo, perder los sentidos por un instante, reunirme con los dioses. Todo es Uno. Plazas, árboles, montes, parques, mares, fuentes. Un géiser. Un volcán en erupción. El fuego que da la vida.

Cuando todo ha terminado, me quito el preservativo. Le hago un nudo. Me paseo desnudo por la casa. Lo tiro a la basura y busco entre los cds a Simon and Garfunkel para escuchar El cóndor pasa.

martes, mayo 29, 2007

Historias de la Fortaleza

I

Por fin han terminado las elecciones locales. Mi relación con ellas ha sido, en principio, más bien de pasotismo. Descubrí bastante tarde que, a pesar de estar empadronado en la Fortaleza desde hace más de dos años, no me tocaba votar aquí, sino en mi ciudad de origen.

He estado alucinando además con todo lo que ha pasado por aquí. Supongo que habeis estado viendo la tele. Compras de votos, discursos de los imanes de las mezquitas pidiendo el voto, denuncias cruzadas de unos dirigentes políticos a otros. Mientras los coches electorales pasando una y otra vez por mi calle, dándome la tarde y pidiéndome un voto imposible con el megáfono.

El sábado por la noche era la jornada de reflexión. Estaba con mis amigos reflexionando (bueno, tomando unas cañas) cuando una mujer nos ofreció cincuenta euros a cambio de que votáramos a un partido.

II

Cuando esa misma noche volvía a casa con una amigo que vive en la calle de al lado, nos volvimos a encontrar con la misma mujer que nos había pedido el voto. Esta vez nos preguntaba que si no queríamos echar un polvo. No con ella, claro, sino con las prostitutas que por las noches dibujan el pasiaje de la noche con pinceladas de tristeza y amor mercenario.


III

Estamos en alerta dos. No sé muy bien lo que significa en toda su extensión. De momento, la única diferencia que noto en el trabajo es que, aparte de una mayor presencia de la Guardia Civil, ahora nos toca pasar a todos por el arco de seguridad y dejar todos los objetos metálicos en una bandeja, que pasa por el escáner.

Como ya no se puede fumar en los centros de trabajo, una compañera y yo solemos salir a echar un cigarrillo a la calle. Cada vez que volvemos a entrar tenemos que pasar de nuevo por el control de seguridad.

Un guardia, que ya es amigo nuestro, siempre nos dice que a ver cuando dejamos el tabaco. Yo siempre le contesto que lo dejaré en cuanto me vaya de la Fortaleza. A mi compañera una mañana le quitó el paquete de tabaco y sé que me lo quiere quitar a mí.

Sé que no debería tomarme lo de la alerta dos a cachondeo pero esta mañana he dejado todos los objetos en la bandeja y he pasado por el arco de seguridad. El arco pitó. Dejé en la bandeja el único objeto que no había dejado: el paquete de tabaco.

Rápidamente el guardia ha aprovechado para cogérmelo. Su cara ha pasado de la alegría a la tristeza en tanto sólo un instante: lo que tardó en abrir el paquete de tabaco y comprar que no había tabaco dentro, sino un clip gigante para que pitara en cuanto pasara por el arco.

Ha prometido vengarse.

IV

Un mendigo marroquí está ahora mismo, mientras escribo estas líneas, rebuscando en el contenedor de la basura de enfrente de mi casa. Lo oigo porque tengo la ventana abierta. Tal vez él esté escuchando el ruido de las teclas.

V

Este sábado vuelvo a Madrid para volverme a la Fortaleza el domingo. Sigo restando los días que me quedan para comprar sólo billete de ida.

lunes, mayo 21, 2007

Ya está

Ya está.

El lunes terminaba el plazo, pero ya he presentado la instancia. A veces tengo pequeños momentos de pánico. Es el tercer concurso de traslado en el que participo. Ya me lo han denegado otras dos veces antes. Creo que ahora he sido más inteligente. Antes sólo quería unos destinos concretos. Quería mejorar, salir del puesto de trabajo donde me encuentro, cada día más estresado, sin abandonar la Fortaleza. Ahora he elegido doscientos destinos. Todos en Madrid. Algunos buenos y muchos malos, que sé que no los quiere nadie, pero que me acercarán más a tí.

Nadie me cree.

He expuesto miles de razones por las que quiero marcharme de la Fortaleza. Pero todas me las rechazan. La única razón que admiten como válida eres tú, mi sapito de ojos verdes. Yo les digo que tú eres el destino, pero no el camino. Que tú me das el lugar de la geografía española a donde debo marchar, pero que no eres la causa que me obliga a salir de esta ciudad.

Para mí es una decisión dificil, pero aquí me siento solo.

Una isla, una palmera, un coco que está a punto de caer al suelo.

Tú me entiendes.

Sabes que no estoy a gusto con mi vida. Que quiero cambiar y dedicarme a lo que realmente me hace feliz. Escribir, leer, viajar, ir al cine a ver películas subtituladas, perderme en el anonimato de la ciudad.

Tú me quieres.

Y yo a tí.


miércoles, mayo 16, 2007

Día de reyes

Mañana es mi día de Reyes: dejaré los zapatos limpios junto al portatil para que el Boe me traiga mi regalo.

Mañana. Empieza el plazo de diez días naturales que tengo para pedir mi traslado a Madrid. Este todavía no es mi post de despedida de la Fortaleza. Aún me quedan unos cuantos meses hasta que se resuelva el concurso y ponga mis pies definitivamente en la capital.


Continúo con mi vida esquizofrénica. Por la mañana en un trabajo que me deja sarpullidos en el alma y por la tarde feliz con mis cosas, leyendo e intentando escribir relatos, construyéndome con los ladrillos de mis sueños.