viernes, diciembre 28, 2007

Cuestión de horario

Desde hace unos días me despierto una hora antes. Aunque cuando salgo de casa (una hora antes) todavía me calzo el ipod, extrañamente tengo casi que correr hasta mi parada de metro para no morirme de frío. Mi cuerpo no está muy aconstrumbrado, una hora antes, a los inviernos penínsulares. Una hora antes ya no me encuentro en el camino con el Mediterráneo ni el Gurugú sino con el Palacio Real, la Almudena y un tráfico histérico que amenaza con ponerse de pie y gritar agitando el puño.

Durante casi una hora, nueve paradas de metro y un transbordo de ida y casi otra hora, las mismas nueve paradas de metro y otro transbordo de vuelta, observo rostros de desconocidos y leo un libro (esta semana me ha tocado El Aleph de Jorge Luis Borges) o el Veinte minutos que después tiro a una papelera del exterior. Los primeros días lo dejaba adormilado en un banco para que otro lo rescatara de su destino, pero como ahora están de huelga los de la limpieza, lo extingo de inmediato en cuanto subo a la superficie, antes de que se apague tan lentamente como una vela, desgarrado en un rincón junto a billetes agonizantes.

Vuelvo a casa una hora más tarde. Como una hora más tarde y duermo una minisiesta una hora más tarde, para intentar recuperar el tiempo perdido, pero a pesar de todo, cuando despierto y miro por la ventana apenas reconozco estas calles de la Fortaleza.

Dicen que cogí un avión, que me desplacé unos cuantos kilómetros al Norte, que me vine a una ciudad llamada Madriz, pero no les creo. Me están engañando. Sigo todavía en la Fortaleza. Es todo cuestión de horario. Últimamente no estoy muy sincronizado (todo ocurre una hora antes o después) y por eso soy incapaz de encontrarme con mi vida anterior.

Mañana es sábado. Podría poner el despertador a la misma hora de siempre e intentar sincronizarme, empezar bien el día y volver, pero de momento, me gusta mi nuevo horario. Ya no necesito telefonear a Hayati o soñar con ella. Ahora la tengo tan cerca...

viernes, diciembre 07, 2007

Un año en un post

Hayati, dibujo con un dedo tus labios antes de besarlos. Saben a presente, a ciudad, a estación de metro. Me gusta tenerte tan cerca porque dejas de ser mentira. Sirenas de policía, músicos callejeros, putas de esquina. Tu piel tiene el tacto de los sueños. Recorrer el mundo como recorro el atlas de tu cuerpo. Tus pechos son dos dunas del desierto. Soplo encima para atrapar el viento. A Madrid apenas llega, aunque estemos en invierno.

Yo tenía una casa en África. ¿La recuerdas? Ya solamente la veo cuando cierro los ojos. Cierra ahora tú los tuyos. El muecín llamando a la oración, las colas de devoradores de papeles que se formaban en la puerta de mi trabajo, algunas palabras en tamazight, una ronda de cañas y unas copas después con mis amigos, el mar, el comercio atípico, la frontera, la miseria, subsaharianos lavando todoterrenos de lujo, las calles vacías a las ocho de la tarde, la sombra del Gurugú, el calor pegajoso del verano, de nuevo mis amigos, la Fortaleza.

Dicen que volveré a la Fortaleza, que Madrid no es para mí. Tú sabes que no. Apenas llevo aquí una semana pero me gusta dibujar tus labios antes de besarlos.




miércoles, diciembre 05, 2007

Pichi... es el chulo que castiga

Ya ejtoy en Madriz y para celebrarlo he cambiado de color al blog.
Todo ha sucedido muy rápido. Ya tenemos casa en Madrid. Ya hemos firmado el contrato de alquiler. Ya tenemos muebles. (Nos fuimos en seguida en fregoneta hasta un pueblo del sur de Andalucía para recoger todos los muebles de la casa que Hayati tiene allí y llevarlos a nuestro apartamento alquilado de Madrid y aunque, en principio, imaginé que se trataría de un viaje duro, resultó ser una especie de mudanza turístico-gastronómica, ya que dimos unos cuantos homenajes al paladar). Ya hemos comprado pintura (color salmón) para las paredes. Ya lo tenemos apalabrado con un pintor. Ya han llegado las cajas que mandé por correo desde la Fortaleza. Ya hemos estrenado la casa (un polvo sobre una alfombra marroquí). Ya he ido hasta la puerta de mi trabajo. Ya he comprobado que se tarda entre cuarenta y cincuenta minutos. Ya he dejado de fumar (a veces me ataca la ansiedad y no paro de comer). Ahora sólo nos falta poner un poco de orden a nuestra vida y a la casa.

miércoles, noviembre 28, 2007

Me voy a Madrid

Esta tarde vuelo hacia Madrid. Dejo la Fortaleza. A partir de mañana empiezo una nueva vida. Va a ser muy complicado, pero tengo ilusión y muchas ganas de luchar por seguir para adelante.

Voy a apagar el ordenador y a guardarlo para llevarmelo. Intentaré seguir escribiendo desde Madrid. Esto no va a ser un adiós sino un hasta luego.

Nos vemos

martes, noviembre 27, 2007

Uno

Hoy es mi mi último día en la Fortaleza. Ayer cesé.Tengo un mes para incorporarme en mi nuevo trabajo e instalarme en Madrid.

Hoy es la dichosa comida de despedida oficial de los compañeros de trabajo. No me apetece demasiado ir. Pero es el ritual.

Sigo embalando cajas a toda prisa. Ya tengo cinco. Mañana las mandaré todas por correo.


viernes, noviembre 23, 2007

Cinco

Estoy solo. Porque quiero, pero estoy solo.

Normalmente los viernes es el único día de la semana que salgo. Cuando terminamos el trabajo nos vamos a tomar unas cañas y después unas copas y así hasta que el cuerpo aguante. El viernes es el día de la liberación, el momento en el que suelto con mis amigos todo el estrés acumulado durante la semana.

El lunes dejo de trabajar en la Fortaleza. Teóricamente podría ir a las ocho y media de la mañana, que es cuando abren la Gerencia y firmar el cese. Sin embargo soy una persona, en ocasiones, demasiado responsable. Estoy en uno de los peores destinos de la Fortaleza. Aparte de por el volumen de trabajo, porque la mayoría de mis compañeros pasan bastante del tema y decidí tirar del carro para adelante. Muy pocos saben todo lo que he currado, yendo a trabajar, sobre todo al principio, por las tardes e incluso algún que otro sábado para intentar poner un poco al día todo el asunto. Ahora más o menos funciona. Tiene un ligero retraso asumible en ciertos temas, pero por lo demás todo va relativamente bien. Hasta que vino el de Graná, era el único que había aprobado una oposición y el único que me lo tomaba en serio. En mi trabajo no tengo poder, si no autoridad moral. Mis jefes han delegado un montón de funciones en mí y casi todo gira a mi alrededor.

Se señaló una inspección para el jueves que viene y ya os dije que la cambiaron para este lunes, para que así estuviéramos todos. No me preocupa la inspección en sí. Va a ser la cuarta ya, que he pasado. Tengo que preparar un pequeño alarde con los expedientes de este año y dejarles ver a los inspectores los que me pidan.

Estos últimos días he intentado dejar lo mejor posible las cosas y no he preparado el alarde. Mañana, sábado, voy a ir a prepararlo, para que cuando el lunes llegue la inspección esté todo en orden. No tengo porque ir ni porque prepararlo, ya que si quisiera podría cesar antes de que los inspectores llegaran. Pero moralmente me siento incapaz de dejar a mis compañeros con el culo al aire.

Esta mañana después de trabajar, hemos ido al hotel a tomar unas cañas y ahí he cortado el asunto. Zeno Cosini quería continuar.
- Oren, hoy es el último viernes- me insinuó
- No, tío, mañana tengo que currar.

Cuando he llegado a casa he intentado dormir la siesta, pero como me está pasando varias veces estos últimos días, no paro de dar vueltas a las cosas y no consigo conciliar el sueño. Me ha llamado el madurito interesante y le he dicho que estaba en casa y que no iba a salir hoy porque mañana tenía que ir a trabajar.

- No pasa nada, tío, lo mismo aparezco yo mañana por ahí a que me vea mi jefa.

Después me he puesto a llorar.

Zeno Cosini y el madurito interesante son mis mejores amigos en la Fortaleza. Me apetecía mucho irme con ellos de fiesta, exprimir la noche hasta que no quedaran vasos limpios. Emborracharme lo suficiente para sentirme capaz de decirles que son unos hijos de puta, que los quiero un montón y que conocerlos ha sido lo mejor que me ha pasado en la Fortaleza. Todo éso que les he prohibido decir que me digan para que no se me caiga la lágrima como se me está cayendo ahora mismo, porque soy un hombre del Norte con dos cojones.

Pero estoy solo. Estoy solo porque quiero y porque soy un puto gilipollas.

El martes que viene tengo la comida oficial de despedida. Creo que hay mesa reservada para veinticuatro personas. De los nueve que somos en la oficina, sólo vamos cuatro. Aparte de mí y el de Graná, que somos los homenajeados, van curiosamente las dos chicas con las que menos trato tengo. Los demás, a los que voy a tapar el culo, estando en la inspección del lunes, me han puesto excusas absurdas. Les he dicho que no pasa nada y que no me importa. El resto son mis dos jefes, compañeros de la torre donde trabajo y alguna que otra abogada.

Me harán un regalo, me halagarán y me pedirán unas palabras. Por mí sólo diría tres parafraseando a un gran cómico: ¡A la mierda!

Me podían haber hecho el mejor regalo del mundo, dejando las cosas como estaban en un principio, con la inspección el jueves y permitiéndome que disfrutara de mi último fin de semana en la Fortaleza a gusto.

Cuando me vaya de la Fortaleza borraré todos los teléfonos del móvil de la gente que se queda para dejar memoria libre menos los de seis personas, las seis que han aprobado la oposición fuera y que no recibieron el miércoles pasado un regalo de despedida y cerraré los ojos imaginando el lamento de una banda de tambores y cornetas del Rif.

jueves, noviembre 22, 2007

Seis

Ayer no escribí nada. Estaba de despedida con mis amigos, con quien considero mi gente, la única que de verdad me importa en la Fortaleza. El martes que viene tengo la despedida oficial, con los compañeros del trabajo y la verdad es que no me apetece demasiado. Me considero una persona discreta, que quiere pasar desapercibida y no quiero ser el centro de atención durante un día y mucho menos dar un discursito cargado de tópicos. Todo lo que tenía que decir ya se lo he dicho a quien se lo tenía que decir.

Esta mañana he tenido mucho jaleo en el trabajo. Me quedan muy pocos días y para colmo el mismo día de mi cese tenemos una inspección. Me jode mucho. No porque tenga nada que ocultar, sino porque la inspección era para otro día, pero mis jefes, pensaron, mejor la adelantamos para que así estemos "todos", cuando en realidad querían decir, para que así esté yo.

Hoy es el cumpleaños de mi primo. Nos hemos criado juntos desde pequeños, aunque ahora él está en Irlanda y yo en el Norte de Africa, pero me gustaría aprovechar la ocasión para felicirtarle de nuevo. Me ha mandado un sms y un mail contándome sus historias y me ha hecho mucha ilusión.

Ejque (ya veis, practico el acento madrileño) estoy muy sensible estos días. No puede ser.

martes, noviembre 20, 2007

Ocho

Al final el comprador de mi piso me ha dicho que sí. Ya ha iniciado los trámites con el banco. Algunos de mis compañeros me preguntan de que si estoy seguro de vender mi casa, en lugar de alquilarla. Me temo que a espaldas mías existe una porra underground para ver quien adivina cuanto tardo en volver a la Fortaleza. Vender la casa es como quemar los barcos.

Esta mañana hemos tenido simulacro de incendio en el trabajo. Yo estaba con el madurito interesante ya en la calle, fumando un cigarro cuando de pronto vemos salir a todo el mundo. Yo quería entrar, no tanto porque me había dejado el ordenador encendido, sino porque me había olvidado dentro el ipod. El guardia jurado no ha tenido compasión conmigo y he tenido que esperar a que terminara todo. De verdad, qué poco corazón tienen algunos.

lunes, noviembre 19, 2007

Nueve

Esta mañana he hablado con el posible comprador de mi casa. Me ha asegurado que esta tarde me llamaba y me confirmaba definitivamente si se iba a quedar o no con ella. Si no me llama, quedaré mañana con una chica que me pidió que se la alquilara.

Hoy ha sido el último día de uno de mis compañeros de trabajo. Nos hemos quedado un buen rato más de lo habitual para terminar unas cuantas cosillas. Quería irse con la sensación de que no había dejado nada pendiente. A mí me gustaría tener la misma sensación, pero es bastante complicado. Me siento un poco agobiado por el trabajo. Lo peor de todo es que mucha gente sabe que ceso el lunes que viene y me están metiendo un poco de prisa para que termine sus asuntos. Desde luego que intentaré hacer lo que pueda.

Un amigo ha estado en mi casa y me ha comentado que estoy cargando mucho las cajas y que se pueden desfondar. Seguramente tenga que pedir alguna más de las que tenía pensada.

domingo, noviembre 18, 2007

Comienza la cuenta atrás....Diez

El viernes salieron en la web del ministerio las listas definitivas de mi concurso de traslado. El jueves que viene se publicarán en el boe, indicándome que tengo que cesar de mi puesto de trabajo el lunes veintiseis. A partir de ese día tengo un mes para tomar posesión en mi nuevo destino de Madrid.

Pero la cuenta atrás ya ha comenzado. Tengo un billete sólo de ida para el día veintiocho de noviembre. Se puede decir que, sin contar hoy, únicamente me quedan diez días en la Fortaleza. Intentaré escribir un poco todos los días, a modo de terapia.

Aún no tengo todos los flecos atados. He sido un poco perezoso (e insoportable con Hayati) estos días, porque no quería pensar en el tema, como si de este modo dejara de existir el problema. Es bastante complicada una mudanza cuando vives allende los mares, pero lo es aún más cuando te gustaría desdoblarte y que una parte de tí empezara una nueva vida en Madrid y la otra parte se quedara para siempre en la Fortaleza, no tanto por la ciudad en sí, como por todo lo que dejo aquí.

Hayati me ha encontrado un piso de alquiler en Madrid. Sólo he visto unas fotos por internet, pero confío en ella. Ya hemos hablado con el casero y le he envidado por fax todo lo que me ha pedido. El día veintinueve o el treinta firmaremos el contrato, nos entregará las llaves, le pagaré el mes de diciembre y la fianza, dejándome la economía tan vacía como las arcas de un país africano.

Tengo medio apalabrada la venta de mi casa, aunque no resuelta del todo y también una oferta de alquiler de mi casa. No sé todavía lo que haré con ella. Seguramente vuelva a la Fortaleza el mes que viene para terminar de resolver el asunto.

Estoy empaquetando en dos cajas de pañales mis cosas que mandaré por correo a casa de mis padres. Creo que es significativo que lo primero que he guardado sean los libros y los CDs. Necesito más cajas, al menos dos o tres más, aunque soy consciente de que no me lo puedo llevar todo, ya que ninguno de mis amigos cabe en una caja, bueno, aunque bien dobladitos no sé, no sé.

Voy a tener dos comidas de despedida. Una con los compañeros de trabajo, a la que va a ir mucha gente, bastante más de la que yo creía, aunque para mí es un mero trámite. La que de verdad me importa es la que celebraré con mi gente, en la que al impertubable Oren seguramente se le caerá una lágrima. El muy cabrón en el fondo es un sentimental.

jueves, noviembre 15, 2007

Mesecina (Brillo de luna al mediodía)

Mañana es mi cumpleaños. Me encenderé un cigarrillo con una cerilla y cuando la apague con un soplido pediré un deseo:

Que la luna brille al mediodía como en una película de Emir Kusturica.

martes, octubre 02, 2007

Tres años

Hoy hace tres años que llegué a la Fortaleza. Vine con Zeno Cosini, amigo y compañero de promoción (por este orden) y el número de teléfono de una chica de mi tierra que no conocía de nada, amiga de un compañero de trabajo de la ciudad de origen.

Dejé la ciudad de origen en tren a las doce de la noche, como una cenicienta posmoderna con maletas. Atravesé la península, sentado en una incómoda butaca, sin poder dormir apenas por la emoción y los ronquidos y los pedos de mis compañeros de vagón. Me encontré con Zeno Cosini, a quien aún no conocía en persona, en una ciudad con puerto de mar, desde la que embarcamos en un ferry rumbo a la Fortaleza. Recuerdo esa emoción inexpresiva (tan habitual en mí) que sentí cuando desde la cubierta divisé las tierras de África. Era la primera vez que abandonaba la península, era la primera vez que pensé que era libre.

Cuando pisamos tierra no teníamos ni idea de cómo era todo ésto. Nos sentimos engañados por la propaganda turística de internet (paraíso intercultural, ¡ já !) y los comentarios de amigos y familiares que hicieron la mili aquí. Estuvimos unos días en un hotel muy cutre y deprimente, con vistas a ninguna parte, hasta que la chica cuyo teléfono me habían dado, nos invitó sin conocernos a vivir en su casa hasta que encontramos piso y nos inició en los misterios de la ciudad como una sacerdotisa pagana.

Zeno Cosini y yo, habímos quedado con un tercer compañero, el madurito interesante, para compartir piso los tres, pero después de una exploración por la deprimente oferta de viviendas alquiladas, Zeno Cosini y yo nos quedamos con uno de dos habitaciones y el madurito interesante, se fue a vivir solo a un bunker del centro.

Los primeros meses en la Fortaleza fueron los mejores. Una olla de barro que rompimos con un palo que nos empapó de libertad. Después de muchos años de sacrificios y estudios, por fin teníamos la independencia y el dinero para disfrutar de ella. Todo parecía tan nuevo que teníamos que poner nombre a las cosas. No se me olvidará nunca lo emocionado que volví de mi primer viaje a Marruecos y eso que tan solo visité una ciudad de provincias del Tercer Mundo. Descubrí lo que me fascinaba atravesar fronteras, a pesar de la tensión que se siente en esos momentos, sobre todo por las mañanas, cuando compartes el paso con los comerciantes atípicos (eufemismo de contrabandistas).

Después llegaron las chicas y otros compañeros de la siguiente promoción. Formamos un grupo bastante apañado. Salíamos juntos los fines de semana y celebrábamos nuestros cumpleaños. Nos fuimos instalando en la Fortaleza, comprando pisos donde incubar el huevo del futuro. La Fortaleza era una sirena que nos encantó con la cítara de los euros, que nos desnudó de nuestros ropajes de íntegros culturetas izquierdistas y nos convertía en mediocres pequeños burgueses. Nunca pensé que hablaría de hipotecas y tipos de interés y que tontearía tanto con la desestructuración bohemia.

A pesar del estresante trabajo éramos felices como putas que convencen a un solitario a casarse por los papeles.

Cuando regresaba a la ciudad de origen, despertaba del sueño. La Fortaleza te roba la perspectiva con una escopeta de cañones recortados recubierta de diamantes, te rompe las piernas con un bate de alta costura, te embota el cerebro con una pipa de adormidera de tapas, cañas, copas y caprichos innecesarios a principio de mes.

Cada vez que aterrizaba de nuevo en la Fortaleza más a menudo sentía el síndrome penínsular, me preguntaba qué cojones hacía yo aquí. Con el tiempo tuve el valor de recocerme que sobre todo me quedaba por el dinero. Me hizo sentir fatal. Me sentía tan mal conmigo mismo (creo que nunca estuve tan cerca de la depresión) que decidí marcharme. Aparte de que necesitaba de todo ese cariño que Hayati me daba cuando estábamos juntos. La felicidad es tener ganas de saludarse cuando te ves frente al espejo. Desde entonces cada mañana después de ducharme doy dos besos a mi imagen frente al espejo.

Después de unos meses de espera, me han concedido el traslado. Al menos de forma provisional. Si todo va bien y no se producen impugnaciones, a mediados del mes que viene abandonaré la Fortaleza y me iré a vivir a Madrid. No soy el único. Nos vamos cinco del grupo de amigos, si bien mis dos mejores amigos y compañeros (por este orden), Zeno Cosini y el madurito interesante, se quedan de momento en la Fortaleza.

Tengo un sentimiento contradictorio. Por un lado estoy deseando marcharme. A veces pienso que ya no aguantaría mucho más aquí sin rozar la locura. Por otro lado, creo que, a pesar de todo, en la Fortaleza he disfrutado de los tres mejores años de mi vida.

lunes, septiembre 10, 2007

Vámonos

Me pediste que te sorprendiera. Sé que ésto no es del todo una sorpresa, que apenas se puede considerar un regalo, que las palabras en un mundo como el de hoy como no cotizan en bolsa no valen nada.

No sé, supongo que te levantaste y esperabas una flor, en la cama vacía de tu habitación y que sólo encontraste los gruñidos arqueológicos de los apuntes de tu opo. Pero Hayati, aunque ninguno de los dos lo deseemos, estoy lejos, en el Norte de África.

Hace un año estaba contigo. Había cogido una semana de vacaciones para ver a mis padres en la ciudad de origen. Era domingo. Cogí el autobús después de comer y me fui a Madrid, a conocer a la chica con la que llevaba unos días hablando por el messenger y por teléfono. Lo que más me cautivaba de tí, antes de conocerte en persona, fue la voz, una voz tan dulce que sólo se puede tomar con cuchara de café.

En cuanto bajé del autobús, fuiste tú quien me encontraste. Al principio no te miraba. Me lo preguntas muchas veces ¿Por qué? Ya sabes que soy muy tímido. Por fin te tenía delante y no sabía como comportarme. No paramos de hablar esa tarde, hasta que anocheció y a pesar de que los labios siguieron expresándose, las palabras callaron. Sé que te gustan los símbolos. Ocurrió frente a un museo de arte comtemporáneo. A tí te encanta el arte y a mí lo comtemporáneo.

Desde aquella tarde se han sucedido las visitas en avión, los fines de semana, los viajes en común, y he de reconocerte que no te quiero como el primer día. Te quiero mucho más. Tu también eres otra gotita que has ido empapándome.

Ahora me permito pensar como será todo el año que viene. Me veo en Madrid, viviendo contigo, celebrándolo de otro modo. Espero que no seamos tan vulgares como para limitarnos a regalarnos una flor, una joya, un reloj o un libro, ni que vayamos esa noche a cenar a un sitio caro que nos hayan recomendado para después echar un polvo en casa y decirnos muchas veces cuanto nos queremos. Como canta Sabina, yo no quiero un amor civilizado.

Esa tarde me gustaría decirte Vámonos. A cualquier parte. Me voy a Madrid, hayati, pero no me voy para estar contigo, sino para llevarte conmigo. Te querré hasta que te diga ven y tú ya no lo dejes todo.

viernes, agosto 24, 2007

Una proposición

Salgo del Puerto Deportivo de la Fortaleza después de tomarme unas cañas con mis amigos. Vuelvo a casa. Solo. Un BMW azul se para unos pasos delante de mí y baja la ventanilla.
- Tienes hora? - me pregunta. Tiene acento andaluz.
- Las seis y diez - le respondo después de mirar el móvil.
Me hace un gesto con la mano para que me acerque. Tendrá mi edad, en torno a los treinta. Va vestido con camiseta y pantalones cortos, de deporte.
- ¿Eres de La Fortaleza?- me vuelve a preguntar.
- Sí.
- ¿Por dónde se puede salir?
- Aquí al lado, en el puerto - le digo.
- No, lugares de más ambiente- me dice- Tú me entiendes.
- Claro.
- Llevo varios días en la Fortaleza y no encuentro nada - me comenta.
- Ésta es una ciudad muy pequeña y muy jodida. Ya lo descubrirás con el tiempo.
Se me pasa por la cabeza, pero no le digo que tengo amigos gays que tienen que recurrir a la prostitución de negros e inmigrantes, porque en la Fortaleza gobierna la hipocresía.
- Ya, pero supongo que a todo el mundo le apetece que le hagan una mamada a estas horas. ¿A tí no te apetece que te hagan una mamada?.
Con una mano se está tocando la entrepierna por encima del pantalón. Es de color gris y parece de algodón. Sonrío. Me acuerdo del principio de Platero y yo.
- De momento estoy servido- le digo.
- ¿No te parece ésta una buena hora para que hagan una mamada?
- No, gracias.
- Bueno, perdona, tío.
- No pasa nada. Hasta luego.
- Hasta luego.
Me fijo en la matrícula del BMW. Es de las nuevas.

sábado, agosto 18, 2007

Convivencia

Hayati está durmiendo en mi cama.

Normalmente soy yo el perezoso, el que se agarra a la cama como a un tronco en medio de la corriente de un rio. No quiero despertarla. Tiene que descansar. Lleva muchos días estudiando. Enfrente de mí, sobre un tapete de la India veo sus apuntes, clasificados en plásticos, enseñándome los dientes y sus ojos amarillos.

Hayati lleva ya varios días en mi casa. Hemos estado juntos quince días. Mañana es el último día, pero no quiero que se vaya. Mi casa sin ella se va a convertir en un agujero negro, que engulle todo, incluso la luz. Una mansión sin velas. Una verbena sin pasodobles.

Tenía un poco de miedo. Nunca se lo dije. He tomado una decisión importante (pedir el traslado a Madrid) sin saber cómo sería la convivencia entre nosotros. Habíamos estado de vacaciones, de viaje durante algunos días, compartiendo fines de semana inolvidables, pero nunca habíamos estado conviviendo. Los dos solitos en casa. Yo trabajando. Ella estudiando. Parece que funciona.

No sé si somos la pareja ideal. Ni siquiera sé si existe la pareja ideal. Tengo que limar ciertas asperezas de mi forma de ser. Lo reconozco soy un poco desastre con la casa. Me paso muchas horas frente al ordenador, escribiendo o leyendo. Sólo cuando tengo que enfrentarme a un dragón que ha fijado su guarida en el cuarto de baño o a una manada de leones que se pasean hambrientos por mi salón, es cuando decido a armarme con la escoba y la bayeta. No tengo miedo a las cicatrices de la limpieza. Pero si, en ocasiones, no lo hago no es sólo por vagancia. También es un poco de vacío existencial. Impaciencia. Una necesidad inmensa de que pase más rápido el tiempo y que llegue pronto el momento de marcharme a Madrid. Empezar una vida nueva. Huir de la Fortaleza.

Hayati dice que la trato muy bien. Que no saben las demás mujeres lo que se pierden, sobre todo la Otra, la que no me quiso. No sé. Yo creo que está muy enamorada de mí.

Ayer hicimos un año. Empezamos mandándonos un e-mail, continuamos con el messenger, después vinieron las llamadas de teléfono y ahora apenas puedo vivir sin tener su respiración cerca. Para celebrarlo tuvimos una cena romántica en el parador de la Fortaleza. Una cena con vistas. Toda las luces de la ciudad a nuestros pies. Las ciudades de noche son un gato que ronronea y pide mimos. Tomamos una botella de vino blanco con música clásica de fondo.

Otro defecto que tengo es que me cuesta expresarme. Soy frío. Actúo como una armadura oxidada. Mis movimientos son torpes y están poblados de chirridos cuando hablo de amor. Sólo sé expresarme con las manos. Cuando la acaricio, cuando escribo. No sé lo que pensará Hayati de todos estos días, de mí, de ella, de nosotros.

- Xuan- me llama.

Os dejo. Voy a darle un beso de buenos días.

martes, julio 31, 2007

El madurito interesante

Hayati, ya vuelas este viernes por la tarde a la Fortaleza. Es la segunda vez que vienes. La mayoría de mis amigos están de vacaciones. Son casi todos de fuera, por lo que vamos a estar en la intimidad. El madurito interesante, como tú lo bautizaste, se queda. Iremos a recogerte al aeropuerto con la banda de tambores y cornetas del Rif. La última vez no fueron, porque tenían un compromiso familiar ineludible, pero ese viernes, ya verás como no fallan. Además me ha dicho que nos invita a cenar a su casa. Ya sabes que tiene aire acondicionado.

Aprovechando que estás aquí, tenemos que buscarle novia al madurito interesante. Buena persona. Muy divertido. Le he oido los mismas gracias muchas veces (tres años en la Fortaleza juntos dan para mucho), pero me sigo riendo un montón con ellas. Es su forma de contarlas. Abre mucho las vocales por su acento andaluz. Dice que es feo (no se lo cree ni él) pero muy limpio (tiene en casa diez clases distintas de detergente) y que en este mundo tan moderno se han perdido los valores.

De él partió la inicitiva de montar la Comisión para buscar novia al Tigre y fue quien se inventó los tres requisitos sine quae non:

1º.- La declaración de la renta. No quería que ninguna lagartona pescara al Tigre por dinero.

2º.- Certificado médico de los últimos cinco años. No fuera que al pobre le contagiaran una enfernedad venérea.

3º.- La última, pero no menos importante. Darle un paseo por la puerta de la Legión y si la silban o saludan los legionarios, ya deja de interesarnos.

La Comisión fue un auténtico fracaso. Somos un poco golfos, un poco egoístas y un poco malos amigos y si veíamos alguna candidata que parecía idónea, nos quedábamos antes con ella.

Tenemos, Hayati, que montar otra Comisión para el madurito interesante. Siempre se está quejando porque cuando vienes no te traes a ninguna amiga. Está además un poco aburrido porque últimamente sólo se aparea con la almohada.

He pensado que nos podrían dejar en mi blog, algún mensaje las posibles candidatas. Si superan las pruebas pertinenentes, ya nos podremos en contacto con ellas.

El madurito interesante tiene mucho que ofrecer, pero lo más importante, lo que le hace tan especial, es ser mi amigo y compañero, por este orden. Creo que basta como prueba de calidad.

jueves, julio 26, 2007

Michel Houellebecq

Hace unos días Chucho me preguntó que libro de Houellebecq estaba leyendo.

De Houellebecq he leído ya casi todo (Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales, Plataforma y La posibilidad de una isla) . Es un escritor curioso, un enfant terrible francés cuyos libros son siempre polémicos, sobre todo por sus comentarios racistas y su sexo explícito, rozando en ocasiones la pornografía.


No estoy de acuerdo con muchas de sus opiniones y, sin embargo, me gusta. Sus novelas son un reflejo de la vacía sociedad comtemporánea. En la actualidad existen dos campos de batalla: el ya clásico de la lucha por el poder y uno nuevo que es la lucha por el sexo.

Muchos de los personajes de Houellebecq están obsesionados por el sexo, aunque en ocasiones también se enamoran. Pero al final siempre les espera un final atroz. Cuando consiguen una inestable felicidad, todo se desmorona. La felicidad nos llega en pequeñas dosis y tenemos que aprovecharla, porque pronto se terminará.

La sociedad de consumo nos empuja a ser kids, eternos adolescentes, si bien el tiempo nunca perdona y envejecemos. Tempus fugit.

Houllebecq es en el fondo es un existencialista cargado de pesimismo, aunque, siempre, se puede encontrar algo de ternura en sus personajes. También es posible que más que de ternura, se trate de empatía y que, en realidad, nos identifiquemos tanto con ellos porque no son más que un reflejo literaturizado de nosotros mismos.

Aunque no te guste, merece la pena leerlo. A mí tampoco me gusta el mundo en el que vivimos y todavía sigo respirando.

domingo, julio 22, 2007

Camino de la Fortaleza

Casi tuve que atravesar todo el avión para llegar al asiento número catorce. Cuando me senté, me dí cuenta de que el tipo que estaba junto a la ventanilla llevaba un pasaporte marroquí en la mano. Unos asientos más adelante, junto a la salida de emergencia una mujer discutía con las azafatas porque no le dejaban sentarse en el sitio asignado porque la acompañaba un niño pequeño. Una de las azafatas nos pidio que sí podíamos cambiarles el sitio. Me levanté sin dudarlo. Mi compañero de asiento me miraba preguntándose qué pasaba. Le indiqué por gestos que nos cambiábamos de sitio. Guardé mi bolsa en el portaequipajes. Sólo me quedé con un libro de Michel Houellebecq.

Después de despegar el avión, las azafatas pasaron con el carro de la comida. Mi compañero buscó unos euros en su bolsillo. De nuevo con gestos le expliqué que todo era gratis.

- Merci- me dijo

Continuó explicándome en francés que en el anterior vuelo sí que le cobraron dinero. Yo le pregunté qué de dónde venía.

- De Bruselas.
- ¿Belgique?
- Oui

Como no domino muy bien el francés, le pregunté que si hablaba inglés.

- Yes

Le dije que yo iba a la Fortaleza a trabajar, pero que vivía en Madrid.

- Do you go from Madrid to Fortaleza all weekends?

- No. Only one of each month.

Me explicó que era de un pueblo cerca de Nador y que trabajaba en Belgica. Iba de vacaciones a ver a su familia. De vez en cuando miraba por la ventana y nos situaba en las provincias. Córdoba. Jaen. Granada. Almería. Era un aficionado al google earth.

El viaje se me hizo muy corto, aunque no abrí el libro de Houellebecq. Ya en tierra, mi compañero me estrechó con fuerza la mano y nos deseamos buena suerte.

Como dicen en El Club de la Lucha, en los aviones todo lo sirven en raciones indiviudales. Esta ha sido mi ración individual de amistad de hoy.

miércoles, julio 18, 2007

En la ciudad de origen

Ayer estuve con D., uno de mis amigos de la ciudad de origen.

Como muchos de mis amigos, está opositando. Pronto se le acabará el suplicio. Ya ha aprobado una de las tres oposiciones a las que se ha presentado y confío en que apruebe las otras dos. Como no le apetecía salir de casa, me pidió que fuera a verlo. No estaban sus padres y quería devolverme la acogida que le di cuando me visitó en la Fortaleza.

Preparó unas tapas para comer y sacó unas cervezas que le trajo su novia P. de Bélgica. Era por la tarde. Empezamos a hablar. De literatura, de música, de cine, de las oposiciones, del amor, de la vida en general. Mientras, escuchabámos discos de jazz, de rock progresivo español de los setenta, flamenco, el Berlín de Lou Reed. Todos en vinilo. Poco a poco fue anocheciendo, pero no encendimos la luz.

- Me encanta - dijo D- Creo que eres el único tío con el que puedo estar en casa a oscuras sin que piense que soy maricón.

viernes, julio 13, 2007

Aprender a escribir

Llevo tres meses y medio en un taller de creación literaria. Estaba preparando mis oposiciones de promoción interna y como sentí que no me llenaban lo suficiente, las dejé. Algunos amigos míos a quien se lo he comentado, están convencidos de que lo de aprender a escribir es una aventura pasajera y que, en cuanto llegue a Madrid, volveré a estudiar de nuevo.

No lo sé.

Si en algún momento siento que me he equivocado, rectifico. Pero por ahora, creo que he tomado la decisión correcta. Veo a dos amigos míos que sí están preparando esas oposiciones de promoción interna y los veo muy estresados. Yo, en cambio, vivo feliz leyendo y escribiendo, soñando con que alguna vez publicaré un libro de relatos.

Ahora escribo menos en el blog. Me centro más en mis ficciones y en mis lecturas. De momento a escribir bien no sé si he aprendido, pero desde luego que he aprendido a leer mejor. Soy capaz de ver más en los textos que antes (trucos, errores, etc). Lo que sí me he dado cuenta es que escribo de una manera mucho más clara y sencilla, sin abusar tanto de la metáfora.

Me considero una persona alegre y optimista, pero casi todo lo que escribo es muy triste. Me temo que en el fondo mi alma es una lata de conservas abierta a machetazos. Durante mucho tiempo me he sentido muy solo. Necesito tanto que me den cariño, que cuando me dan, aunque sólo sea una tacita, me arranco la ropa y las pestañas y en mis manos crecen rosas que reparto por las noches.

Mi hayati es una central nuclear del amor. Un pececito de colores.
Mañana me voy a Madrid. Pasaré los fines de semana con ella burbujeando en la pecera. La quiero tanto, tanto, mucho más que tanto.

miércoles, julio 11, 2007

Yinsiyá dialik?

Trabajo a diario con musulmanes.

Esta mañana he atendido a una mujer musulmana con chilaba y pañuelo. En la Fortaleza estamos ahora mismo a unos treinta y tantos grados de temperatura. En fin. Como la veía muy nerviosa, le pregunté, pronunciando lentamente, qué le pasaba. Me contestó que le había afectado mucho el asesinato de ayer de una mujer por su ex-marido a las doce del mediodía y en una zona céntrica de la Fortaleza. La he tranquilizado, diciéndole que no se preocupe que su marido es buena gente, que lo conozco yo y que a ella no le iba a pasar nada.

- Mucho gracias - me dijo en su balbuceante español.

Naturalmente no tenía ni idea de quién era su marido ni de si se portaba bien con ella.

Una de las pocas expresiones que he aprendido en árabe es a preguntar: ¿qué nacionalidad tienes (yinsiyá dialik)? Así evito confusiones en el trato. Los musulmanes se enfandan mucho si los confundes con marroquíes cuando en realidad son, por ejemplo, ciudadanos noruegos. Ésto me pasó una vez, y me disculpé con una sonrisa, diciéndole que me perdonara ya que nunca hasta entonces había visto a un noruego y me esperaba que llevara un casco de vikingo.

A la mujer de esta mañana no se lo he preguntado, porque he comprendido que el miedo no entiende de fronteras.

domingo, julio 01, 2007

¿Vacaciones?

Esta mañana he ido con un amigo a ver el Mercado Medieval. Es el tercer año que lo veo. Siempre se coloca en el Pueblo, una ciudadela de finales del siglo XV que fue el asentamiento originario de la Fortaleza.

Como ésta ciudad es muy pequeña, allí nos hemos encontrado con una pareja amiga nuestra y con otra amiga que por libre había decidido también ir. Al final nos hemos ido los cinco a tomar unas cañas. Aparte de recordarme que me quedaba ya poco para marcharme (jajaja, qué optimistas, piensan que todo se resolverá en octubre o noviembre), me preguntaron qué tal las vacaciones.

¿Vacaciones?

No tengo conciencia de haber estado de vacaciones. Me marché un miércoles y me quedé en Madrid. El jueves por la mañana me fui a Pucela. El sábado por la mañana me marché a Zamora y volví el domingo por la tarde. El martes a las cuatro y media volví a Madrid. El miércoles por la mañana cogí el avión para regresar a la Fortaleza.

He vuelto cansado. Me ha abofeteado de pronto el calor y me ha dejado sin ganas de hacer nada.

Estamos ya en julio. Veo la tele, la operación salida y siento envidia. Dentro de trece días, me vuelvo de nuevo de vacaciones. Me marcho un sábado y me vuelvo el domingo de la semana siguiente. Quiero estar más días en Madrid, con Hayati. A ver si entonces sí que consigo desconectar.

martes, junio 26, 2007

...ir a la estación de autobuses, cerrar el billete para esta tarde, preparar la maleta, última comida en casa de mis padres, adiós papá, adiós mamá, un beso, chao, nos vemos en julio, coger el autobús, leer un libro de cuentos por el camino, El síndrome de Chejov de Miguel Ángel Muñoz, llegar a Madrid, me esperas, Hayati, besar tus labios de nuevo, te quiero mucho amor mío, esta noche dormiré a tu lado, ¿desnudos o con pijama?, me preguntas, mejor con pijama, acariciar tu cuerpo sobre la ropa, sentir como se endurecen tus pezones, buscar con mi dedo el abismo húmedo que ocultas entre tus piernas, al final siempre acabo desnudándote y dentro de tí, me gusta estar contigo aunque no follemos, te digo, pero nos vemos tan poco que no puedo demostrártelo, despertarme, alargar el brazo y estás a mi lado, dormidita como un pez de colores, abres los ojos, nos duchamos juntos, date prisa, tenemos que buscar una parada de metro, las puertas se abren varias veces, son tan cortos los besos y tan largo el camino, próxima parada T4, sacar de la máquina la tarjeta de embarque, facturar el equipaje, despedirnos frente al área de control, dentro de tres semanas vuelvo, hayati, tú estudia, un beso que te deja con hambre de labios y las tripas rugiendo de nostalgia, me quito los metales, paso el arco, corro hasta la puerta de embarque, letra K, apagar el móvil, el avión de la Fortaleza es de hélice, saludo a la azafata, no quiero prensa, me basta con el libro de relatos, Madrid es una ciudad de juguete desde arriba, un punto en un mapa, la dibujo en la ventanilla, en una hora veo el mar, pronto aterrizaré, recoger la maleta, buscar un taxi que me lleve a casa, subir los tres pisos en ascensor, abrir la puerta, encender el móvil, buscar tu número, amor mío, cuánto te echo de menos...

martes, junio 19, 2007

Es todo tuyo
hayati, amor mío,
este haiku.

domingo, junio 17, 2007

La Fortaleza es también un poco del Madrid

Se oyen petardos, coches tocando el claxón y gritos de oé, oé, oé a lo lejos. Van a la Plaza de España. El Madrid ha ganado la liga en la útlima jornada. Cuando el Barça ganó la Champions hubo mucho más escándalo. Vivo en un barrio musulmán y curiosamente la mayoría de los musulmanes son del Barça. Supongo que es porque muchos tienen familiares trabajando en Cataluña.

Veo las imágenes de la Cibeles en la tele. Está llena de gente. Me acuerdo ahora de cuando paso por ahí contigo. Me encanta el edificio de Correos. Se supone que como me voy a ir a vivir a Madrid debería estar contento y bajar gritando a la fuente de la Plaza España para celebrarlo. Pero no soy del Madrid.

Aunque lea poesía y escriba relatos, me gusta el fútbol. No el fútbol de los contratos millonarios ni el de las estrellas mediáticas, sino el fútbol de la calle en el que los postes de las porterías son dos piedras y el largero es tan alto como seas capaz de llegar con la mano. Me crié jugando a fútbol en las calles de Pucela. Este año volvemos a estar en primera.

martes, junio 12, 2007

Me voy a casar en Nueva Delhi

Me da igual lo que opine todo el mundo. Me da igual que piensen que estoy loco pero

Me voy a ir a vivir a Madrid

Voy a vender mi casa

Me voy a convertir en un escritor de culto, de esos que venden cuatro libros y del que digan, joder, que bueno que es el tío, pero que pena que no lo conozca nadie

Vas a echar a la petarda ésa que te está amargando la vida.

Te vas a convertir en una arqueóloga famosa que de conferencias por el mundo, y me lleve a mi de consorte a hoteles con una cama enorme sin raya enmedio

Vamos a adoptar a dos niños de razas distintas y los vamos a llevar de la mano al Consulado de Nueva Delhi, donde me voy a casar contigo.

Me da igual lo que diga la gente. Me da igual que piensen que estoy loco.

Soñar es gratis

....y si lo deseas de verdad, los sueños se cumplen.

Te quiero Hayati


sábado, junio 09, 2007

Historias de la Frontera

I

Queremos cruzar la Frontera con el coche después de trabajar. Mala hora. Mucha gente vuelve a casa. Estamos un rato esperando en la cola. Se llevan bolsas con comida, chatarra, garrafas, mantas y frigoríficos. Frigoríficos nuevos pero sin puertas. No está entero, está roto es sólo chatarra, no tiene por qué pasar por la aduana. Después pasan las puertas.

II

Conducímos por la autovía. Nos apetece comer en una ciudad del otro lado de la Frontera. Un policía nos hace señas para que paremos a un lado. Nos pide la documentación. Los papeles del coche. El permiso de conducir. Se lo damos. Nos enseña el radar. Exceso de velocidad. Íbamos a la supersónica velocidad de setenta y ocho kilómetros por hora. En esa autovía sólo se podía ir a cuarenta. Nos enseña la señal.

Tenemos que pagar una multa. Nuestra primera multa. Cuarenta euros. En toda su libreta sólo había multas de cuarenta euros. Hagas lo que hagas, vayas a la velocidad que vayas, cuarenta euros.

Se la pagamos y nos vamos a la ciudad muy despacio. Tenemos hambre. Todo el mundo nos adelanta.

III

Sellamos los papeles del coche en la Frontera. La carta verde. El pasaporte. Un hombre está en el suelo. Grita. Besa los pies a los policías. Le sale espuma por la boca. Está histérico. Espera a que llegue el furgón. Se lo llevan a comisaría.

Volvemos a la Fortaleza.



domingo, junio 03, 2007

Feria del Libro

El sabado estuve en la Feria del Libro de Madrid con Hayati. Quería comprar unos libros de relatos determinados. Sabía el título, el autor y la editorial. Sólo me faltaba localizar las casetas.

Uno de los que quería compar y que he estado leyendo en el avión, cuando volvía esta tarde a la Fortaleza, es tu primer libro de relatos. Conocía tu nombre y también conocía las criticas del libro. Pero no conocía tu cara. La verdad es que tampoco me interesa la vida privada de los escritores que admiro.

En una caseta compré tu libro. De esa caseta sólo quería ese libro. Cuando lo compré una mujer rubia me miró, me lo entregó y me sonrió. Por un momento pensé que podías ser tú. Pero pronto me olvidé de la idea. Madrid es muy grande y tiene demasiados habitantes para poder creer en las casualidades. Además esa mujer ni siquiera me preguntó que si quería que me lo firmara.

Ahora estaba buscando tu nombre en internet. Quería leer de nuevo las críticas de tu primer libro de relatos. He descubierto que estás promocionando tu última novela y que te has cambiado el peinado. No te pareces nada a la foto de la solapa del libro, pero eres idéntica a la mujer de la caseta que me entregó el libro con una sonrisa.

No te calles nada

El viernes pasado me presentaron a una chica que había estado destinada en la Fortaleza. Vino a visitar a unos antiguos compañeros y a olvidar. Su pareja durante diez años se murió de pronto. Habló por la mañana por teléfono con él y por la tarde ya no estaba.

Es inevitable la reflexión. Aprovecha el día. No calles lo que sientes.

Te quiero mamá.

Te quiero papá.

Os quiero hermanos.

Os quiero amigos.

Te quiero Hayati.

miércoles, mayo 30, 2007

El cóndor pasa

Cierro los ojos.

Soy un niño. Obediente, tímido, ingenuo, buen estudiante. Paseo con un amigo por el patio del colegio. Encontramos un plástico de color blanco en el suelo. Mi amigo se queda mirando. Me pregunta si sé qué es un condón. No, le respondo. La palabra que más se parece en el pequeño diccionario de mi cabeza es un cóndor, un pájaro que habita en los andes, una canción de Simon and Garfunkel, aunque tampoco sabía entonces quien la cantaba.

- Mi hermana tiene en la mesilla de su habitación- me confiesa - Los usa con su novio.

Yo miro el plástico del suelo. Está sucio. Me pregunto para qué sirve, para que los utilizará su hermana con el novio.

Abro los ojos.

Ya no necesito leer las instrucciones. Me pongo el preservativo de forma automática, sin pensar, en rápidos movimientos. Me siento un poco absurdo. Un gato con botas. Un guerrero con el cuchillo plastificado.

Me acerco a tí. Tienes una herida de deseo entre las piernas, una pregunta cuya respuesta tomas en tu mano y la acercas a la entrada. Me pides que empuje. Una y otra vez. Te miro. Tus ojos verdes quieren sentirme dentro. Yo quiero la muerte de un segundo, perder los sentidos por un instante, reunirme con los dioses. Todo es Uno. Plazas, árboles, montes, parques, mares, fuentes. Un géiser. Un volcán en erupción. El fuego que da la vida.

Cuando todo ha terminado, me quito el preservativo. Le hago un nudo. Me paseo desnudo por la casa. Lo tiro a la basura y busco entre los cds a Simon and Garfunkel para escuchar El cóndor pasa.

martes, mayo 29, 2007

Historias de la Fortaleza

I

Por fin han terminado las elecciones locales. Mi relación con ellas ha sido, en principio, más bien de pasotismo. Descubrí bastante tarde que, a pesar de estar empadronado en la Fortaleza desde hace más de dos años, no me tocaba votar aquí, sino en mi ciudad de origen.

He estado alucinando además con todo lo que ha pasado por aquí. Supongo que habeis estado viendo la tele. Compras de votos, discursos de los imanes de las mezquitas pidiendo el voto, denuncias cruzadas de unos dirigentes políticos a otros. Mientras los coches electorales pasando una y otra vez por mi calle, dándome la tarde y pidiéndome un voto imposible con el megáfono.

El sábado por la noche era la jornada de reflexión. Estaba con mis amigos reflexionando (bueno, tomando unas cañas) cuando una mujer nos ofreció cincuenta euros a cambio de que votáramos a un partido.

II

Cuando esa misma noche volvía a casa con una amigo que vive en la calle de al lado, nos volvimos a encontrar con la misma mujer que nos había pedido el voto. Esta vez nos preguntaba que si no queríamos echar un polvo. No con ella, claro, sino con las prostitutas que por las noches dibujan el pasiaje de la noche con pinceladas de tristeza y amor mercenario.


III

Estamos en alerta dos. No sé muy bien lo que significa en toda su extensión. De momento, la única diferencia que noto en el trabajo es que, aparte de una mayor presencia de la Guardia Civil, ahora nos toca pasar a todos por el arco de seguridad y dejar todos los objetos metálicos en una bandeja, que pasa por el escáner.

Como ya no se puede fumar en los centros de trabajo, una compañera y yo solemos salir a echar un cigarrillo a la calle. Cada vez que volvemos a entrar tenemos que pasar de nuevo por el control de seguridad.

Un guardia, que ya es amigo nuestro, siempre nos dice que a ver cuando dejamos el tabaco. Yo siempre le contesto que lo dejaré en cuanto me vaya de la Fortaleza. A mi compañera una mañana le quitó el paquete de tabaco y sé que me lo quiere quitar a mí.

Sé que no debería tomarme lo de la alerta dos a cachondeo pero esta mañana he dejado todos los objetos en la bandeja y he pasado por el arco de seguridad. El arco pitó. Dejé en la bandeja el único objeto que no había dejado: el paquete de tabaco.

Rápidamente el guardia ha aprovechado para cogérmelo. Su cara ha pasado de la alegría a la tristeza en tanto sólo un instante: lo que tardó en abrir el paquete de tabaco y comprar que no había tabaco dentro, sino un clip gigante para que pitara en cuanto pasara por el arco.

Ha prometido vengarse.

IV

Un mendigo marroquí está ahora mismo, mientras escribo estas líneas, rebuscando en el contenedor de la basura de enfrente de mi casa. Lo oigo porque tengo la ventana abierta. Tal vez él esté escuchando el ruido de las teclas.

V

Este sábado vuelvo a Madrid para volverme a la Fortaleza el domingo. Sigo restando los días que me quedan para comprar sólo billete de ida.

lunes, mayo 21, 2007

Ya está

Ya está.

El lunes terminaba el plazo, pero ya he presentado la instancia. A veces tengo pequeños momentos de pánico. Es el tercer concurso de traslado en el que participo. Ya me lo han denegado otras dos veces antes. Creo que ahora he sido más inteligente. Antes sólo quería unos destinos concretos. Quería mejorar, salir del puesto de trabajo donde me encuentro, cada día más estresado, sin abandonar la Fortaleza. Ahora he elegido doscientos destinos. Todos en Madrid. Algunos buenos y muchos malos, que sé que no los quiere nadie, pero que me acercarán más a tí.

Nadie me cree.

He expuesto miles de razones por las que quiero marcharme de la Fortaleza. Pero todas me las rechazan. La única razón que admiten como válida eres tú, mi sapito de ojos verdes. Yo les digo que tú eres el destino, pero no el camino. Que tú me das el lugar de la geografía española a donde debo marchar, pero que no eres la causa que me obliga a salir de esta ciudad.

Para mí es una decisión dificil, pero aquí me siento solo.

Una isla, una palmera, un coco que está a punto de caer al suelo.

Tú me entiendes.

Sabes que no estoy a gusto con mi vida. Que quiero cambiar y dedicarme a lo que realmente me hace feliz. Escribir, leer, viajar, ir al cine a ver películas subtituladas, perderme en el anonimato de la ciudad.

Tú me quieres.

Y yo a tí.


miércoles, mayo 16, 2007

Día de reyes

Mañana es mi día de Reyes: dejaré los zapatos limpios junto al portatil para que el Boe me traiga mi regalo.

Mañana. Empieza el plazo de diez días naturales que tengo para pedir mi traslado a Madrid. Este todavía no es mi post de despedida de la Fortaleza. Aún me quedan unos cuantos meses hasta que se resuelva el concurso y ponga mis pies definitivamente en la capital.


Continúo con mi vida esquizofrénica. Por la mañana en un trabajo que me deja sarpullidos en el alma y por la tarde feliz con mis cosas, leyendo e intentando escribir relatos, construyéndome con los ladrillos de mis sueños.


miércoles, abril 25, 2007

Mamá, mamá, de mayor quiero ser...

Me he apuntado a un taller de creación literaria y estoy muy ilusionado con él.

Sé que es una locura, sé que suena adolescente, sé que debería olvidarme de ella, mirar a la realidad y ponerme a estudiar más en serio para promocionar, pero mamá, mamá, de mayor quiero ser escritor.

Mi trabajo me aburre, me agobia. Me hace sentir tan vacío como las botellas de los contenedores de vidrio. No me satisface intelectualmente.

A veces tengo la cabeza cargada de imágenes, de personajes que me piden paso. Siento un pequeño orgasmo (mitad desahogo, mitad placer) cada vez que tecleo y les doy forma en la pantalla del ordenador. Además me ayuda a evadirme, y a sentir menos tu ausencia.

Si no lo intento y dejo de escribir, tal vez en un futuro me lo reproche.

jueves, abril 19, 2007

Encadenado

Lo primero que hago en cuanto llegó a una casa de un conocido es mirar qué libros tiene. Dime que libros lees y te diré quien eres.

Ali & cia me ha propuesto que diga que copie el segundo párrafo la página 139 del libro que estoy leyendo ahora mismo y como soy un chico obediente lo copio.

- Cuando me liberaron- prosiguió Markovic- iba con otros, en un camión... Apenas nos dijimos nada. Ni nos mirábamos siquiera. Avergonzados. Sabíamos cosas unos de otros, ¿comprende?... Cosas que queríamos olvidar.

Se trata del Pintor de Batallas de Arturo Pérez Reverte.

No sé quien ha de seguir esta cadena, así que me limitaré al puro azar. Que la sigan mis cinco primeros enlaces pares, es decir, Istharb, Memen, Boneca do gelo, Mordandis y Cenicienta. No va a haber maldición si no la siguen. Se trata de simple curiosidad. Nada más.

domingo, abril 15, 2007

domingo, marzo 25, 2007

La relatividad del tiempo

Ya tenías encendido el fuego, porque confiabas en que la cacería que hicimos los de la tribu hubiera salido bien y regresáramos con carne fresca para la cena. La visión de tus pechos de vasija de barro recién modelada, que se insinuaban bajo la túnica blanca casi transparente que compraste días atrás a los mercaderes fenicios, despertó mi deseo, aletargado por el tedio del cursum honorum a que me obligaba mi toga de ciudadano romano. Me miraste a los ojos y pude olvidar en tus pupilas bárbaras todo lo que nos costó conquistar Hispania, aunque aún quedaban algunos suevos que expulsar de nuestros nuevos territorios.

Nada importaba, cuando acariciba tu piel que pronto abandonó el arrianismo, ni siquiera la derrota de Guadalete ni que tuviéramos que emigrar de nuevo, esta vez, a las montañas del norte, donde los osos aún mataban reyes. Mientras besaba tu cuello de cristiana me prometía a mí mismo, que en una de las razzias de la próxima primavera, te traería esos aceites que utilizaban los sarracenos para llenar los estanques de los harenes de los califas de Córdoba en los que flotaban pétalos de rosa y lujuria. Aunque pronto partiría para las Indias, no quería irme sin que antes mis manos se redondearan con tus pechos ni saborear tus pezones, para no olvidarme de ellos mientras combatía a bordo de un galeón de nuestra señor don Felipe contra los piratas herejes de la pérfida Albión y que tanto añoraba cuando sentía el viento del Caribe en mi cara. Seguramente el Santo Oficio si conociera mis pensamientos, me condenaría por pecador y ardería en el infierno, pero mi boca estaba sedienta de labios, de lengua, de saliva, de palabras. Para mí ya era suficiente condena no tenerte siempre cerca.

Me gustabas más, lejos de los aduladores de la Corte, sin miriñaques, parabienes, ni pelucas. Si verte por fin desnuda significaba ser revolucionario, estaba definitivamente en contra de las cadenas y me pronunciaría con Riego. Me preguntaba si todos los demás socios del Casino, habrían visto alguna vez a sus mujeres desnudas. Aunque vosotras ya pudiérais votar, estaba convencido de que muchos os veían como la reencarnación del mal, que media España identificaban con el pañuelo rojo que antes de que te quitara el mono proletario, llevabas al cuello.

Los bombadeos ya habían terminado, pero para mí Madrid era una ciudad triste, llena de seminaristas, funcionarios venidos de provincias y pensiones de sopa fría, que solo se alegraba cuando se vestía de minifaldas y cantautores que se preguntaban en sus canciones que para qué tanto odio, si lo único que importaba es un muslo de mujer, como el que tenía entre mis manos, mientras me aproximaba a tí para que pudieras sentirme dentro. Tus suspiros me colocaban más que con cualquier otra droga de las discoteca donde los demás bebían cubatas y se tintaba el pelo de colores, enamorados de la moda juvenil, aunque la ciudad estuviera completamente en obras y dentro de unas horas saliera el avión que me llevaría de nuevo a la Fortaleza.

viernes, marzo 23, 2007

Sé que no son horas

Sé que no son horas (las 2:01 am), que debería estar durmiendo y no escribiendo este post, que el móvil (cabrón) me despertará alrededor de las siete y media y que mañana no me caeré al suelo de sueño porque los bostezos me sujetaran, pero esta noche no puedo dormir si no me acerco a ti y busco tus pechos bajo el pijama.

Me gustaría cerrar los ojos, pronunciar lentamente tu nombre para invocarte y que cuando los abriera estuvieras aquí, en mi casa, en mi cuarto, en mi cama, dormidita, y que pudiera sentir tu respiración tan cerca como otras noches.

No quiero que te despiertes, porque sé que acabarémos arrancándonos la ropa y los suspiros, pero estaba esta noche dando vueltas entre las sábanas sin poder dormir, me he levantado, he encendido el portátil y he conectado internet porque la malvada ama de llaves de tu ausencia no me ha dejado que me acerque a tí para acariciarte los pechos bajo el pijama, mientras siento que se dibuja una sonrisa en tus labios, se acerca sin hacer ruido el sueño y te susurro buenas noches, hayati.

miércoles, marzo 21, 2007

Filomena, Filo, Fi

Filomena, Filo, Fi, tortuguita de ojos verdes, verdes, verdes, y mirada triste. A veces me gustaría ser una tortuga como tú y esconderme dentro del caparazón.

Esta mañana en el trabajo vino una argentina con una tacita, un tubito de tomar mate y un tarro de dulce de leche. Yo le había arreglado los papeles que habían estado anclados en algún puerto pirata de la burocracia, durante cinco años, hasta que conocí su asunto y me dije que tenía que intentar solucionarlo de alguna manera. Cuando le dí la noticia a la mujer de que sus papeles ya estaban listos, me prometió que me traería un regalo para agradecérmelo. Le contesté que no, que no hacía falta, que era mi trabajo y que ya me pagaban y bien por ello. La mujer insistió muchas veces. Quería que probara el dulce de leche argentino. Yo le decía siempre que no, que muchas gracias, que para mí ya era suficiente recompensa verla a ella feliz, porque era consciente de todo lo que había tardado su expediente y ya suponía para mí suficiente satisfacción saber que por fin había terminado todo para ella, y que mi trabajo en realidad servía para algo. Un vigilante de las oficinas donde trabajo que pasaba por allí escuchó nuestra conversación y dijo que si yo no quería nada, que él aceptaba cualquier regalo. La mujer se despidió de nosotros diciendo que en unos días volvería a vernos.

Esta mañana, Filomena, Filo, Fi, tortuguita de ojos verdes, verdes, verdes y mirada triste, vino la señora muy sonriente con una tacita, un tubito de tomar mate y un tarro de dulce de leche argentino y me pidió que si le podía hacer el favor de...

Antes de que terminara la frase y viendo lo que llevaba en la mano, le dije que no hacía nunca, que no me gustaban esas cosas, pero que por ser ella y saber que lo hacía de todo corazón, lo haría, pensando que el favor consistía precisamente en no despreciar su regalo y aceptarlo por todo lo que yo había hecho por ella, porque si no sentiría que la estaba insultando.

- Genial - exclamó más sonriente que al principio- Entonces cuando veas al vigilante del otro día, dale ésto de mi parte, que le prometí que lo traería.

Esta mañana quise tener los ojos verdes, verdes, verdes (la mirada triste ya la tengo) y un caparazón de tortuga como tú, y esconderme, huir de la injusticia del mundo, y de la prisión de mis palabras. No, no los quiero, no me importan la tacita, ni el tubito de tomar mate ni el tarro de dulce de leche argentino, no me gusta que nadie me regale nada por mi trabajo, lo hago porque es mi deber, es una regla de mi bushido urbano occidental particular. No me preocupa tanto haberme creído que eran para mí, por todo lo que hice por esa señora sin que durante cinco años a nadie le importara su asunto, sino que me preocupa un mundo en el que un vigilante que tan sólo pasaba por allí un día que yo le comentaba a una argentina que sus papeles ya estaban listos, y a quien, en cuanto le ví esta mañana, le dí la tacita, el tubito de tomar mate y el dulce de leche, haciendole un último favor a la señora, me preguntara:

- ¿Y no ha traido un poco de mate?

Incomuni- Kaos (II)

La causa de la incomunicación ha sido la ruptura por causas desconocidas del cable de fibra óptica submarino a cinco kilómetros de la Fortaleza.

La situación a día de hoy es la siguiente:

a) Funcionan los móviles, aunque a veces se va la cobertura.

b) La línea de los teléfonos fijos funciona perfectamente entre llamadas urbanas, pero con las llamadas a la Península, la línea se colapsa a menudo.

c) El Adsl no funciona y los modems tradiconales, depende del colapso de la línea. Sí que funcionan las tarjetas PCMCIA como la que utilizo yo para conectarme a Internet, porque es por telefonía movil.

d) No funcionan las tarjetas de crédito y la gente no para de sacar dinero de los cajeros porque teme que en algún momento dejen de funcionar.

e) No se puede echar la quiniela, ni la bonoloto, ni la primitiva.

Para reparar la fibra óptica tiene que llegar un barco francés especializado desde Marsella y se calcula que se tardará entre ocho y doce días en restablecer completamente las conexiones.

Se despide, devolviendo la conexión a los estudios centrales, Oren, enviado especial en la Fortaleza.

martes, marzo 20, 2007

Incomuni- Kaos

(Homenaje a los cachondos periodistas ingleses que publicaron en el Times el titular Tormenta en el Canal, el continente aislado).

Ayer alrededor de las tres de la tarde, por un fallo en la fibra óptica de la Fortaleza, la Península quedó completamente aislada de nosotros. No podíais poneros en contacto con nosotros ni por móvil, ni por telefonía fija, ni por internet. Debido al mal tiempo, ni siquiera llegaban vuestros aviones, y eso significaba que no había ni prensa ni correo. Ante la falta de noticias, a pesar de que ni la radio ni la televisión decían nada al respecto, muchos de los habitantes de la Fortaleza se preguntaban si estabais en peligro. Os encontrabais completamente indefensos ante una eventual invasión por parte del ejército de Andorra o de un golpe de Estado de integristas extraterrestres que, sin duda, estaban en la clandestinidad, esperando su oportunidad y habían tomado los principales medios de comunicación para evitar que nos enteráramos y que corriéramos en vuestra ayuda.

Cuando en torno a las dos de esta tarde, han empezado a restablecerse las comunicaciones, y hemos comprobado que estabais todos bien, la ciudad entera ha respirado aliviada. No os podéis ni imaginar la impotencia que suponía para nosotros saber que estabais incomunicados y que no podíamos hacer nada por evitarlo. Por si acaso ocurriera otra vez, quiero deciros en nombre de todos los habitantes de la Fortaleza, que os queremos mucho y que os pase lo que os pase, siempre estaremos a vuestro lado.

sábado, marzo 17, 2007

Yo para ser feliz quiero....

... una tarjeta de embarque.

Dentro de un par de horas cojo un avión a Madrid.

Algún día no tendré billete de vuelta.

viernes, marzo 16, 2007

No he cambiado de opinión

Últimamente me acuerdo de una amiga que se fue el año pasado de la Fortaleza. Lo que más temía antes de marcharse era si podía apañarse con el sueldo de la Península (ochocientos euros menos). Se llevaba a sus dos hijas y al coche, que cuando ya tiene unos años gasta más que las malas de una telenovela. Al principio sólo éramos unos compañeros de trabajo más, pero con el tiempo nos fuimos acercando porque encontramos los temas comunes de la literatura, el desamor y los viajes. Recuerdo que yo la animé mucho para que se largara de aquí, porque al hablar con ella me daba cuenta de que lo deseaba pero no se atrevía.

Ayer le mánde un e-mail, preguntándole que tal se apañaba en la Peni, porque sentía que me afixiaba aquí y estaba pensando seriamente en irme. Me ha contestado diciéndome que se apaña bien, aunque no puede malgastar como hacíamos aquí, y que entiende perfectamente lo que siento porque no todos servimos para ser egoístas burgueses. He apuntado en un papel las razones para quedarme y no me convencen porque me parecen todas demasiado materiales. Creo que ya he cumplido los objetivos que me plantee antes de venirme (demostrarme a mí mismo que soy autosuficiente y conocer otra cultura) y empiezo a recorrer con un dedo de nuevo el plano de metro de los sueños.

Supongo que seguiré estos días dándole vueltas a lo mismo, hasta que tome definitivamente una decisión, pero sonrío con la idea de pensar que me quedan unos cuantos meses en la Fortaleza en los que pienso disfrutar de la ciudad, bebiéndome su alma en una copa de cristal.

jueves, marzo 15, 2007

Sin remite

La Fortaleza quince de marzo del dos mil siete

Amor mío:

Si hoy me pasaras el dedo por la piel, te lo mancharía de tristeza.

Siento que debo irme. Ha llegado la patada en el culo del presente. Mi tiempo en La Fortaleza ya se ha acabado. Las ninfas y los duendes que me acompañan, se vuelven de nuevo a la Ciudad a columpiarse en los semáforos y a comprar de rebajas en el Corte Inglés. Me ahogo: cierro los ojos y las líneas negras del futuro convergen ante mí. Me doy miedo, me estoy convirtiendo en lo que no quiero. Soy un nómada que se ha comprado una casa en el primer lugar al que ha llegado porque ha vendido sus camellos en el zoco. Mi único motivo por el que merecería la pena continuar aquí es porque me parece el camino más cómodo. Aquí lo tengo casi todo (me faltas tú) y creo que apenas tengo nada. Mis bolsillos están llenos de arena y la nevera de piedras. Soy una vela ardiendo sola en medio del desierto que no para de contar estrellas, una geisha que está olvidando su educación y dice tacos lejos de la Corte imperial, una paloma mensajera avergonzada porque ha perdido el mensaje de la patita, una madrágora con silueta de niño que han arrancado del suelo y que no para de gritar.

Últimamente me sorprendo a mí mismo, haciendo comentarios negativos de la Fortaleza, maldiciendo su doble cara (una mirando al mar, otra mirando a Marruecos), que me está partiendo en dos. La lógica de los números y las cuentas corrientes me dice que me quede, pero mi corazón está ardiendo como un bidón de gasolina junto al que los mendigos beben vino barato. Quiero correr pero mis piernas se enredan en la sirga de la alambrada.

Te echo mucho de menos, miguita de pan, casita de chocolate, bolita de algodón, angelito constipado, pero no es por tí por lo que quiero marcharme.Tú me indicas el destino, pero no el camino. No puedo evitarlo: soy un ser anónimo de ciudad, un tiradete de barrio, un número más en las estadísticas de las calles, una pintada en los cuartos de baño de la Universidad, que si no se va, firmará el parte de defunción de sus sueños. Aún me quedan unos cuantos meses en la Fortaleza, en los que haré las paces con ella, pero si me quedo mucho más sé que me escupirá a la cara.

No quiero que te hagas ilusiones, no quiero prometerte nada. Quizá mañana cambie de opinión. Siempre iré donde me lleve el viento.

miércoles, marzo 07, 2007

Kanebghik hayati

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¿La felicidad es ésto?

El viernes pasado, después de trabajar, me fui a tomar unas cañas y a tapear con mis amigos/compañeros. Era el primer fin de semana después de cobrar, en el que además me pagaron mi primer trienio, y todos teníamos dinerito fresco en los bolsillos. Contamos chismes, tonterías, pusimos verdes a los jefes y nos reímos con las gracias de unos y otros. Después nos fuimos a un bar de copas, donde continuamos con la juerga, atraviéndose algunos hasta a romper nuestros tímpanos con canciones de cuando aún nos alimentábamos de ilusiones en el karaoke. Cuando anocheció me fui a cenar con mi mejor amigo de aquí a un restaurantes de la Fortaleza donde unos camareros musulmanes nos trataban de usted, nos reían las gracias y además cuando le pedí fuego a uno de ellos porque no sabía donde había puesto el mechero, me lo regaló. Nos sentamos en la terraza, desde la que se veía el mar a la luz de las velas, con la luna casi llena en todo lo alto, mientras teníamos una charla agradable. El menú fue un plato de angulas, gambas a la plancha y unas cigalas acompañadas de una botella de buen vino blanco. Nos cobraron por todo ochenta y tantos euros, a los que ni mi amigo ni yo dimos la más miníma importancia.

Me volví a casa andando, ya que las distancias no son muy grandes en la Fortaleza, y cuando como siempre, me encendí el mp3, se terminó la batería. En el camino me dió por preguntarme en si la felicidad era lo que había vivido las últimas horas y mi respuesta fue que no. Si tanto mi amigo como yo no tuvimos ningún inconveniente en pagar ochenta y tantos euros por una cena, en la que además nos quedamos con hambre, es que algo no va bien.

Cuando estudiaba oposiciones, a pesar de las miles de limitaciones que tenía, en líneas generales me sentía más feliz, porque aunque no tenía nada estaba orgulloso de mí mismo. Tenía un objetivo (aprobar y hacer realidad mis sueños) y cada hora que pasaba sentado junto a los apuntes me acercaba más a él. Ahora tengo trabajo, un buen sueldo, una casa y una novia maravillosa, a la que por desgracia sólo veo un fin de semana al mes y, en cambio, tengo a veces esos días en los que siento que la felicidad no es ésto.

Para ser feliz necesitas un sueño al que perseguir con una cazamariposas y en cuanto lo atrapas y lo sujetas con una alfiler en tu colección, desaparece como las huellas de los muertos en la arena de la playa y necesitas salir de nuevo en busca de otro. Son los sueños los que mueven el mundo.

lunes, febrero 26, 2007

Lejos de Madrid

Estaba muy cansado cuando me subí al taxi, un Mercedes blanco con propaganda turística de la Fortaleza en el lomo. El conductor tenía ganas de cháchara, se quejaba del tráfico, del viento, y en cuanto llegamos a mi calle me preguntó que si era familia de los dueños de una tienda de musulmanes donde suelo comprar el pan. Como le dije que no, que no sólo no era musulmán si no que ni siquiera era de la Fortaleza, volvió a insistir con otra pregunta:

- ¿De dónde eres?

Apenas había dormido. La noche anterior me acosté alrededor de las tres, y me había levantado muy pronto para marchar al aeropuerto con tiempo. Una de mis peores pesadillas es perder el avión y quedarme tirado. Me encanta viajar y generalmente cuando viajo, a diferencia de mi vida diaria, no suelo tener planes preconcebidos ni horarios. Me dejo llevar por mis impulsos, improvisando en cada momento lo que voy a hacer el siguiente. En cambio, no soporto llegar con el tiempo justo a un aeropuerto. Además, así aproveché para leer Milenium de Carvalho de Vázquez Montalbán y recordar un poco el fin de semana, lo insaciables que somos los dos y lo a gusto que voy sintiéndome poco a poco en Madrid.

Como te dije en cuanto nos conocimos, tenía una deuda kármica que pagar con aquella aterradora ciudad de paso en la que me sentía con una boina invisible en la cabeza, con aquella ciudad invisible con cuyos habitantes de mirada esquiva me cruzaba en los vagones del metro, con aquella ciudad antipática como una rubia presumida que sólo te da dos besos cuando le interesa lo que tienes en la cuenta corriente.

Pero tú sientes a Madrid profundamente, como una enfermedad infantil contagiosa y yo poco a poco veo como me van saliendo manchitas y granos en la piel. Ahora veo a Madrid como una madre que ha adoptado a tantos niños de todo el mundo, que aunque quisiera, no puede dar cariño a todos, pero no por eso va a dejar de ser tu madre, y no por eso, si te acoge, vas a dejar de quererla. Todavía no sé cuando, pero creo que quiero irme a vivir a Madrid.

- ¿De dónde eres?- me preguntó el taxista

Ahora entenderás porqué le dije que de Madrid.

martes, febrero 20, 2007

Los placeres de la miseria espiritual

Durante muchos años, mi vida se vio reducida al reino de las cuatro paredes del cuarto de la casa de mis padres. Me sentía un niño bueno a quien su madre peinaba a raya para ir a misa los domingos, limitándome a estudiar porque era lo que tenía que hacer. Sacaba buenas notas en el colegio, después en el instituto, terminé una carrera y aprobé unas oposiciones. Aunque salía los fines de semana, y bebía, fumaba y salía con mujeres, siempre he sabido donde estaba el límite. Como no trabajaba y tampoco mis padres disponían de mucho dinero, me conformaba con poco mientras iba comprendiendo que lo importante no estaba en lo material, sino en lo espiritual, en el interior de cada uno de nosotros. Me alimentaba de sueños, aunque engordan tan poco que nunca tuve la curva de la felicidad en mi estómago.

Pero un día me cansé de mi vida anterior de monje budista que apenas había saboreado el pecado, y a las doce de la noche de un domingo de octubre me subí a un tren rumbo a la Fortaleza, donde poco a poco me fui dejando llevar por el lado oscuro de la vida, aferrándome a la forma y al tamaño del deseo. Mi única religión era el quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero,quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero...

En cuanto cobraba me sentía empujado por el más puro consumismo: lo importante era gastar. sobre todo en cosas que no iba a utilizar nunca. No me privaba absolutamente de nada, pero cuanto más utilizaba la tarjeta de crédito, más miserable me sentía y más me hundía en el escepticismo, hasta que comprendí que no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita.

No he nacido para calzarme un taparrabos y arrojarme a las calles para disfrutar de la pobreza ni me siento capaz de renunciar a todo por lo que he luchado en esta vida, pero envidio al niño que fui, tan disciplinado, que se entusiasmaba con los cuentos de hadas y que se conformaba con tan poco. En el fondo se trata de asumir que lo material te sirve para vivir y no vivir para lo material.

En fin, lo dejo, que Max, me estoy poniendo estupendo.

Amores de blog

Sé que a veces soy como una sombra que desaparece por la noche en callejones sin luz. He escrito muy poco las últimas semanas, pero necesitaba metabolizar todo lo que últimamente he vivido.

Al igual que dos blogeros a los que leo habitualmente, me he enamorado de una chica que escribe otro blog. La leía desde enero del año pasado y salvo unos cuantos comentarios en su blog y en el mío, no teníamos ningún tipo de contacto, pero en el mes de agosto uno de sus post me emocionó un montón porque me sentía muy identificado, se lo dije, me contestó, me dió su e-mail, empezamos a escribirnos, después a hablar por el messenger, y como yo me iba unos días de vacaciones, me dió su móvil para no perder el contacto, nos mandamos sms, luego hablamos por teléfono (me encantó su voz ya desde la primera vez que la oí) y al final necesitamos conocernos.

Todo empezó de la manera más inocente. Por entonces me encontraba enterrado en las profundidades de un amor frustrante que me estaba desangrando. Normalmente, salvo en los posts, soy distante y a veces hasta borde e intento parecer un poco bohemio, con ciertos rasgos de intelectual maldito. Es dificil que
me abra a los demás, y que cuente lo que ocurre en mi interior. Sólo los que me conocen muy bien, saben que en el fondo soy un sentimental, si bien ninguno de mis amigos sabe que escribo este blog. Aunque no estoy muy seguro porqué (supongo que ya necesitaba desahogarme), me desnudé sentimentalmente delante de ella desde el principio. Ella por su parte fue rompiendo todos y cada unos de los códigos de la seducción. Hizo todo lo que una mujer no debe hacer si pretende conquistar a un hombre (a la mierda todos los manuales), y apenas tres semanas desde el primer e-mail consiguió que nos besáramos por las calles de Madrid.

Desde entonces camino
sonámbulo por la vida, dejándome llevar, sin pensar apenas, limitándome a sentir y dividiendo los días entre los que estoy con ella y los que me falta para estar con ella. A veces me dice que la quiero sólo porque me hace cosas malas y como no puedo evitar ser un borde le contesto que tiene razón, pero un día, estando los dos en mi casa de la Fortaleza, lloré como un gilipollas delante suya. Sentía que ya estaba preparado para buscar la luz del otro mundo porque había conocido la felicidad, ese hada caprichosa de alas doradas y pechos desnudos que muchos piensan que se esconden en los billetes de quinientos euros.

A diferencia de los otros dos blogueros, nosotros mantenemos el anonimato. Escribo en su blog, con mi nombre de forma neutra, como si fuera uno más que la leen, y con un pseudónimo cuando quiero decirle algo más romántico. Y ella hace lo mismo en mi blog. Reconozco que a veces estoy tentado de desvelar su identidad. No sé, no sé.

¿Lo hago, no lo hago?

miércoles, febrero 14, 2007

El día de los enamorados

Me encanta esa frase que sueles decir de que bonito es el amor cuando es correspondido, porque si no es una puta mierda.

Recuerdo que la primera vez la dijiste cuando nos besábamos como los dos empalagosos que éramos por las calles incompletas de sueños de Madrid. Teníamos hambre del otro. Era, si no me confundo, la segunda vez que nos veíamos y aún nuestros cuerpos se estaban conociendo y no podíamos dejar un rincón, un portal, un banzo, un escalón, un semáforo sin convertirnos en uno. Las agujas de los relojes se caían en pedazos desde la torre de todos los ayuntamientos porque el tiempo ya no importaba. Tampoco hablábamos nada. Pegamos una patada en el culo por inútiles a las palabras, esos piojos negros cargados de significado. El amor era entonces un felino suicida que arrancaba con prisa la ropa, rasgándola, convirtiéndola en jirones de naufrago, y que ciego por la venda que tenía en los ojos obecía únicamente al instinto de la pasión.

Han pasado casi seis meses desde entonces y el felino ahora es un animal doméstico, un gato, cariñoso y juguetón que ya no muerde, que cuando te desnuda deja la ropa dobladita en una silla y que invierte en bolsa, habla de hipotecas, se peina con la raya a un lado y que cuando tiene sueño bosteza por el móvil.

Pero aunque se me hayan caído los dientes te quiero más que ayer pero menos que mañana. Te necesito como los océanos de los mapas necesitan al color azul. Sin tí me sentiría como un borracho ante la puerta de un bar cerrado. Sería un número primo en una fiesta de números pares, una canción sin estribillo, un alfabeto sin letras, una caricia en el vacío, un feo poeta francés del siglo XVII sin nariz.

A veces te echo de menos, pero en seguida se me pasa, porque al fin y al cabo tan sólo estamos a una hora y media de avión y a unas cuantas paradas de metro.

Un besito

Ciao, ciao.