martes, octubre 02, 2007

Tres años

Hoy hace tres años que llegué a la Fortaleza. Vine con Zeno Cosini, amigo y compañero de promoción (por este orden) y el número de teléfono de una chica de mi tierra que no conocía de nada, amiga de un compañero de trabajo de la ciudad de origen.

Dejé la ciudad de origen en tren a las doce de la noche, como una cenicienta posmoderna con maletas. Atravesé la península, sentado en una incómoda butaca, sin poder dormir apenas por la emoción y los ronquidos y los pedos de mis compañeros de vagón. Me encontré con Zeno Cosini, a quien aún no conocía en persona, en una ciudad con puerto de mar, desde la que embarcamos en un ferry rumbo a la Fortaleza. Recuerdo esa emoción inexpresiva (tan habitual en mí) que sentí cuando desde la cubierta divisé las tierras de África. Era la primera vez que abandonaba la península, era la primera vez que pensé que era libre.

Cuando pisamos tierra no teníamos ni idea de cómo era todo ésto. Nos sentimos engañados por la propaganda turística de internet (paraíso intercultural, ¡ já !) y los comentarios de amigos y familiares que hicieron la mili aquí. Estuvimos unos días en un hotel muy cutre y deprimente, con vistas a ninguna parte, hasta que la chica cuyo teléfono me habían dado, nos invitó sin conocernos a vivir en su casa hasta que encontramos piso y nos inició en los misterios de la ciudad como una sacerdotisa pagana.

Zeno Cosini y yo, habímos quedado con un tercer compañero, el madurito interesante, para compartir piso los tres, pero después de una exploración por la deprimente oferta de viviendas alquiladas, Zeno Cosini y yo nos quedamos con uno de dos habitaciones y el madurito interesante, se fue a vivir solo a un bunker del centro.

Los primeros meses en la Fortaleza fueron los mejores. Una olla de barro que rompimos con un palo que nos empapó de libertad. Después de muchos años de sacrificios y estudios, por fin teníamos la independencia y el dinero para disfrutar de ella. Todo parecía tan nuevo que teníamos que poner nombre a las cosas. No se me olvidará nunca lo emocionado que volví de mi primer viaje a Marruecos y eso que tan solo visité una ciudad de provincias del Tercer Mundo. Descubrí lo que me fascinaba atravesar fronteras, a pesar de la tensión que se siente en esos momentos, sobre todo por las mañanas, cuando compartes el paso con los comerciantes atípicos (eufemismo de contrabandistas).

Después llegaron las chicas y otros compañeros de la siguiente promoción. Formamos un grupo bastante apañado. Salíamos juntos los fines de semana y celebrábamos nuestros cumpleaños. Nos fuimos instalando en la Fortaleza, comprando pisos donde incubar el huevo del futuro. La Fortaleza era una sirena que nos encantó con la cítara de los euros, que nos desnudó de nuestros ropajes de íntegros culturetas izquierdistas y nos convertía en mediocres pequeños burgueses. Nunca pensé que hablaría de hipotecas y tipos de interés y que tontearía tanto con la desestructuración bohemia.

A pesar del estresante trabajo éramos felices como putas que convencen a un solitario a casarse por los papeles.

Cuando regresaba a la ciudad de origen, despertaba del sueño. La Fortaleza te roba la perspectiva con una escopeta de cañones recortados recubierta de diamantes, te rompe las piernas con un bate de alta costura, te embota el cerebro con una pipa de adormidera de tapas, cañas, copas y caprichos innecesarios a principio de mes.

Cada vez que aterrizaba de nuevo en la Fortaleza más a menudo sentía el síndrome penínsular, me preguntaba qué cojones hacía yo aquí. Con el tiempo tuve el valor de recocerme que sobre todo me quedaba por el dinero. Me hizo sentir fatal. Me sentía tan mal conmigo mismo (creo que nunca estuve tan cerca de la depresión) que decidí marcharme. Aparte de que necesitaba de todo ese cariño que Hayati me daba cuando estábamos juntos. La felicidad es tener ganas de saludarse cuando te ves frente al espejo. Desde entonces cada mañana después de ducharme doy dos besos a mi imagen frente al espejo.

Después de unos meses de espera, me han concedido el traslado. Al menos de forma provisional. Si todo va bien y no se producen impugnaciones, a mediados del mes que viene abandonaré la Fortaleza y me iré a vivir a Madrid. No soy el único. Nos vamos cinco del grupo de amigos, si bien mis dos mejores amigos y compañeros (por este orden), Zeno Cosini y el madurito interesante, se quedan de momento en la Fortaleza.

Tengo un sentimiento contradictorio. Por un lado estoy deseando marcharme. A veces pienso que ya no aguantaría mucho más aquí sin rozar la locura. Por otro lado, creo que, a pesar de todo, en la Fortaleza he disfrutado de los tres mejores años de mi vida.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

La felicidad es tener ganas de saludarse cuando te ves frente al espejo. Como me ha gustado esta frase. Espero que, una vez en Madrid, los besos se los des a tu Hayati y eso haga q en el espejo sólo se vea tu sonrisa y tus ojos iluminados de felicidad.
Suerte en el nuevo camino emprendido.
Saludos desde el Inframundo.

istharb dijo...

Perdio!!!!!!!!! que me gusta leerte (aunque me voy a quedar ciega cualquier día, eso tambien va por ti Credendo Vides, que lo sepais)

Yo creo, que no hay que pensar en lo que viviste (si, hay que pensarlo, pero como recuerdo, grato pero un recuerdo) Hay que pensar en lo que vivirás, con tú chica, o sólo contigo mismo, pero hay que vivir el presente y un poquito el futuro. El pasado no se borrará, así que penas las justas

Y tus compis, ya vendrán para los madriles, que aqui aún nos cabe mucha gente

Un beso

Anónimo dijo...

Es hermoso haber disfrutado del pasado, aún más hermosos es darse cuenta de cuando es el momento de seguir adelante.

Madrid se abre ahora para tí con una perspectiva nueva, otro reto más y sobre todo tu Hayati ¡disfrútalo!

Me encantaría coincidir por aquí con vosotros y un café.

Un beso

Anónimo dijo...

Desde lejos y desde fuera no parece tan contradictorio -claro que igual me equivoco, para variar-, al contrario, parece que vas a cerrar este capítulo en el momento justo, antes de enloquecer (como tú dices) pero consciente de lo importante que ha sido... no?
En cualquier caso me permito darte la bienvenida a Madrid, espero que también disfrutes este periodo.

GraceNoPerdona dijo...

Wellcome to the jungle!
La contradicción en los sentimientos es algo inherente a las personillas que escondemos bajo nuestros personajes... qué le vamos a hacer, estamso hechos para dudar, contradecirnos y luchar hasta con nostros mismos.
Un besete.

Anónimo dijo...

Qué buena descripción.
La libertad, o la sensación, si es que no son lo mismo.
Abrazo

Anónimo dijo...

Han sido los mejores hasta ahora. Has exprimido lo que tenía que ofrecerte, a ese limón no le queda ya ni una gota. Ahora vienen los nuevos mejores años. Y esta vez es una naranja muy muy grande. Disfrútala.

Besotes.

istharb dijo...

bueno que???? que ha caducao ya el post!!!!! jajajajajajaj

Un beso

. dijo...

¡Qué bien escribes y te describes!
En algunos fragmentos me he sentido identificada contigo, hay muchas fortalezas que no son tu Fortaleza.
Un beso

Anónimo dijo...

Describes la Fortaleza de tal modo que vienen ganas de llegar hasta Africa para conocerla.

Todo en este mundo tiene sus ciclos, así que aunque haya sido estupenda esta etapa, ahora parece que empieza una nueva, no menos estupenda.

istharb dijo...

Perdioooooooooooooo

Pero donde te has idoooooooo????

Un beso

Anónimo dijo...

Y seguro no los olvidarás, pero... en esta vida todo es cuestión de prioridades.

Besotes.

istharb dijo...

eeeeoooooo estas??????

Un beso

Anónimo dijo...

jajaja

Sí, sí estoy. Un día de éstos actualizo el blog.

Oren

istharb dijo...

que un día de estos actualizas????? anda que no andas tu na!!!!!!!!

Ya pensaba que estabas por ahí perdio en el Amazonas por lo menos!!! jajajajajajaja

Actualiza ya de una vez, vagurrio!!!!! jajaja

Un beso

Anónimo dijo...

Se te echa de menos ...
besitos

istharb dijo...

Ya hace un montón que paso el "un día de estos"!!!!! Vagurrio!!!! jajajaja

Espero que estes bien

Un beso