martes, febrero 20, 2007

Los placeres de la miseria espiritual

Durante muchos años, mi vida se vio reducida al reino de las cuatro paredes del cuarto de la casa de mis padres. Me sentía un niño bueno a quien su madre peinaba a raya para ir a misa los domingos, limitándome a estudiar porque era lo que tenía que hacer. Sacaba buenas notas en el colegio, después en el instituto, terminé una carrera y aprobé unas oposiciones. Aunque salía los fines de semana, y bebía, fumaba y salía con mujeres, siempre he sabido donde estaba el límite. Como no trabajaba y tampoco mis padres disponían de mucho dinero, me conformaba con poco mientras iba comprendiendo que lo importante no estaba en lo material, sino en lo espiritual, en el interior de cada uno de nosotros. Me alimentaba de sueños, aunque engordan tan poco que nunca tuve la curva de la felicidad en mi estómago.

Pero un día me cansé de mi vida anterior de monje budista que apenas había saboreado el pecado, y a las doce de la noche de un domingo de octubre me subí a un tren rumbo a la Fortaleza, donde poco a poco me fui dejando llevar por el lado oscuro de la vida, aferrándome a la forma y al tamaño del deseo. Mi única religión era el quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero,quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero...

En cuanto cobraba me sentía empujado por el más puro consumismo: lo importante era gastar. sobre todo en cosas que no iba a utilizar nunca. No me privaba absolutamente de nada, pero cuanto más utilizaba la tarjeta de crédito, más miserable me sentía y más me hundía en el escepticismo, hasta que comprendí que no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita.

No he nacido para calzarme un taparrabos y arrojarme a las calles para disfrutar de la pobreza ni me siento capaz de renunciar a todo por lo que he luchado en esta vida, pero envidio al niño que fui, tan disciplinado, que se entusiasmaba con los cuentos de hadas y que se conformaba con tan poco. En el fondo se trata de asumir que lo material te sirve para vivir y no vivir para lo material.

En fin, lo dejo, que Max, me estoy poniendo estupendo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad tienes toda la razón... a veces pensamos en dinero en vez de pensar en sentimientos.. el valor de las cosas está dentro..
Besos.
PD: me he puesto al día con tu blog, perdona por los días en q me pierdo, pr te aseguro q estas oposiciones no me dejan apenas respirar.. besos

Anónimo dijo...

................Bueno, pues nos toca ahorrar ahora a los dos...para poder hacer "nuestras cosillas", ;O).
Un besito infinito, mi vida.

Anónimo dijo...

Ni un extremo, ni el otro.
Seguro que ahora has sido capaz de encontrar el equilibrio entre ambos.

Besotes.

Anónimo dijo...

Jomio, no tienes término medio, o no nos cuentas na, o tas to el rato escribiendo... vale, valeee que ya se que soy una quejica y me quejo por todo, si escribes por que escribes y si no lo haces por que no lo haces... Sea como sea, prefiero que lo hagas.

Está claro que no es más feliz quien más tiene, yo creo que es más feliz quien se maravilla con las pequeñas cosas del dia a dia.

Yo creo que he llegado a un punto, en el que me maravillo por las cosas pequeñas, y creo, que hoy, soy feliz. Igual mañana no es así, pero hoy si, y me alegro por ello

Un beso

Anónimo dijo...

Es muy cierto q lo material no da la fellicidad, solo se es feliz cuando se uno mismo se llega para serlo, lo demas son complementos y...
Como ando poniendome al dia con los blog pues... q no me importaria q contaras quien es tu chica :P

Muakssssss

Anónimo dijo...

Siempre queda algo del niño que llevamos dentro, pero poco a poco se va quedando escondido.
Ahora has empezado a sacarlo, recordándolo y viendo que no es realmente el "quiero" lo que buscas, sino el "me gusta lo q tengo".
Saludos desde el Inframundo.

Anónimo dijo...

Siempre queda algo del niño que llevamos dentro, pero poco a poco se va quedando escondido.
Ahora has empezado a sacarlo, recordándolo y viendo que no es realmente el "quiero" lo que buscas, sino el "me gusta lo q tengo".
Saludos desde el Inframundo.

. dijo...

Supongo que el haber vivido tanto tiempo "casi" en las cavernas, me ha permitido no contaminarme en lo que a cosas materiales se refiere.

No quiero querer, necesitar casi nada material, porque lo más hermoso, lo más necesario, lo más reconfortante no es tangible.

Me alegro mucho de tu vuelta.

Un beso.