miércoles, mayo 30, 2007

El cóndor pasa

Cierro los ojos.

Soy un niño. Obediente, tímido, ingenuo, buen estudiante. Paseo con un amigo por el patio del colegio. Encontramos un plástico de color blanco en el suelo. Mi amigo se queda mirando. Me pregunta si sé qué es un condón. No, le respondo. La palabra que más se parece en el pequeño diccionario de mi cabeza es un cóndor, un pájaro que habita en los andes, una canción de Simon and Garfunkel, aunque tampoco sabía entonces quien la cantaba.

- Mi hermana tiene en la mesilla de su habitación- me confiesa - Los usa con su novio.

Yo miro el plástico del suelo. Está sucio. Me pregunto para qué sirve, para que los utilizará su hermana con el novio.

Abro los ojos.

Ya no necesito leer las instrucciones. Me pongo el preservativo de forma automática, sin pensar, en rápidos movimientos. Me siento un poco absurdo. Un gato con botas. Un guerrero con el cuchillo plastificado.

Me acerco a tí. Tienes una herida de deseo entre las piernas, una pregunta cuya respuesta tomas en tu mano y la acercas a la entrada. Me pides que empuje. Una y otra vez. Te miro. Tus ojos verdes quieren sentirme dentro. Yo quiero la muerte de un segundo, perder los sentidos por un instante, reunirme con los dioses. Todo es Uno. Plazas, árboles, montes, parques, mares, fuentes. Un géiser. Un volcán en erupción. El fuego que da la vida.

Cuando todo ha terminado, me quito el preservativo. Le hago un nudo. Me paseo desnudo por la casa. Lo tiro a la basura y busco entre los cds a Simon and Garfunkel para escuchar El cóndor pasa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemete... un momento de evasion me has dado, mientras te leía sonando Kt Tunstall...

Gracias!

Anónimo dijo...

..............................................................A mi me gusta sentir que "el condor pasa", significa, que tengo, que estoy a tu lado.
TQM.

Anónimo dijo...

Es muy buena la evocación de una canción para un momento de pasión. No conozco con certeza la canción, pero seguro q el sonido de su respiración te es más gratificante.
Saludos desde el Inframundo.

Anónimo dijo...

Uuuuuhh, ¡El condor pasa! ¿dónde olvidaría la cinta donde me la grabó mi mejor amigo de la infancia?
El poder de la música es increíble.

Anónimo dijo...

Siendo niña, vi una escena de una película de dos rombos escondida, sin que mis padres me vieran. Lo que vi a los actores hacer me sigue poniendo los pelos de punta. Esa escena y cierto relato erótico de una revista porno que unos estudiantes dejaron olvidada en la casa de una amiga, han tenido más influencia en mis gustos sexuales que cualquier otra cosa que me haya sucedido después. Una parte de mí tiende a reproducir aquello una y otra vez. Es lo que más me excita.

Confieso que, ahora que soy madre, el impacto que puede tener en la mente de un niño la exposición, aunque sea accidental, a cosas que aún no entiende, me asusta. Las marcas pueden ser para toda la vida.