viernes, enero 18, 2008

¿Texto interesante?

No me avergüenzo de mi cactus. Con la edad otros se quedan calvos, necesitan gafas bifocales o tienen billetes de metro caducados en lugar de uñas de los pies. A mí me ha crecido un cactus en el estómago. Un auténtico Ferocactus latispinus, bajito y rechoncho como yo. No soy el único caso en el mundo. Las revistas especializadas han publicado fotografías de varios cactus en estómagos del Sur de los Estados Unidos, de los desiertos de Australia y de islas aisladas del archipiélago nipón. He aprendido a convivir con mi cactus. Le doy cada mañana los buenos días. Prácticamente llevo una vida normal. De quién sí me avergüenzo es de la flor que lo corona, de unos tres centímetros y medio de envergadura, tan blanca, tan suave, tan delicada, tan femenina que...


Muchas gracias, Sergi, lo seguiré intentando.

2 comentarios:

istharb dijo...

Pobre flor, no te averguences de ella, si ella solo quiere que se vea más bonito tu cactus

un beso

Anónimo dijo...

joer, y pq se averguenza de la flor? todo el mundo tiene un lado femenino o masculino, según el sexo.
Saludos desde el Inframundo.