lunes, noviembre 27, 2006
domingo, noviembre 26, 2006
Leer y escribir
Me encanta leer a la luz de las velas,
pasar una a una las páginas del libro que es tu cuerpo,
abandonarme en el capítulo de tus labios,
acompañar con la mirada las líneas mecanografiadas por la noche
mientras las recorro con un dedo para no saltarme ni una sola palabra,
pronunciar en mi lengua los párrafos que más me gustan,
subrayarte, arrancarte las solapas y las cubiertas,
embraguiarme con tu olor a papel, sílabas, rima asonante y tinta,
sentir que eres un papiro egipcio, un pergamino medieval,
una enciclopedia británica de donde extraigo citas,
un manifiesto prohibido, un incunable, un opúsculo de alquimia,
un libro sagrado que funda una nueva religión de fanáticos
que prende fuego por inútiles a todas las bibliotecas,
un volumen descatalogado que no puedo permitirme
y que robo a punta de pistola de las estanterías de algún millonario chiflado,
leerte tantas veces que consiga aprenderte de memoria
para después olvidarte y volver de nuevo a ti
a releerte o a escribirte en tus márgenes
mientras sueño que eres un libro en blanco, un cuaderno,
un diario íntimo que emborrono con los versos de mi deseo
y que corrijo mirándote a los ojos,
mientras los críticos de tu respiración
que me observan fijamente me indican el camino,
y si me dicen que merece la pena lo anoto en tu cuello
y lo paso a limpio en los folios de tu piel desnuda,
tecleándote en busca de un final feliz
que te haga sonreír como una película muda en blanco y negro.
Pataleta de niño pequeño
Le dije que era tuyo y que Hayati significa en árabe marroquí mi vida.
Mi hermana se sorprendió que utilizara un calificativo tan cariñoso para definirte puesto que, aparentemente, soy un tipo frío, distante, despegado, serio, un poco borde y nada cariñoso, un asceta que ha podado con la edad las ramas de los sentimientos para que su sombra no le impidiera ver la realidad, ya que le saco diez años y siempre me ha visto como su hermano mayor que accedía a sus caprichos o que la reñía cuando se pasaba de la raya.
Por supuesto que no tiene ni idea de que escribo un blog. En realidad, muy pocas personas saben que lo escribo. Lo prefiero porque así puedo expresarme con mayor libertad. Soy muy celoso de mi mundo privado y sólo dejo entrar en él a quien es capaz de leer las runas escritas en su puerta.
Tú, en cambio, te sorprendes por todo lo contrario. Me dices que soy muy dulce por la forma que tengo de escribirte, de mirarte, de hablarte, de besarte, de acariciarte y no entiendes cómo soy incapaz de dar un beso todos los días a mi madre, como puedo soltar a veces esos exabruptos contra la ciudad de origen que me adoptó de niño, ser tan poco delicado con mi familia porque apenas me ven a lo largo del año y desear como un niño pequeño caprichoso y egoísta (quiero, quiero, quiero) volver a mi mundo de la Fortaleza para cerrarlo de inmediato con un portazo colocando en el picaporte el letrero de Don´t disturb.
Aunque soy consciente de que todavía no estoy totalmente operativo, ayer regresé por fin a la Fortaleza y sentí un inmenso alivio al bajar del avión que se elevó a la enésima potencia cuando encendí en mi casa una barrita de incieso y una vela. Naturalmente que echo de menos a mi familia, y en especial a Mama (ay, hace años que no la llamo así) que es la persona que más quiero en el mundo, pero para mí la Ciudad de Origen está cargada de energía negativa y por culpa de la operación me agobié y sentía que el pasado me estrangulaba con sus brazos gelatinosos. Me he pasado media vida anhelando la huida y modelar con el torno de la realidad todos mis sueños.
Dentro de diez días volveré a la Ciudad de Origen hasta las Navidades y me he prometido a mí mismo no volver a tener otra pataleta de niño pequeño como esa y compartir con mi familia toda esa dulzura que dices que llevo dentro.
lunes, noviembre 20, 2006
Bilis negra
viernes, noviembre 17, 2006
Desde la ciudad de origen
martes, noviembre 14, 2006
Póngamos que hablo de R.
R. tiene cincuenta y nueve años, aunque parece mayor, porque su cara está avejentada, ojeriza y con la seriedad de haber mirado fijamente a los ojos rojos de la Muerte. Desde los veinticuatro años ha vivido casi siempre en una prisión de camas, batas blancas, olor a anestesia, quirófanos, dolores leves, moderados y fuertes y antibióticos, luchando por su salud. Jugaba en el Sporting de Xixón en los tiempos de Fuentes y en un partido contra el Oviedo, tuvo que retirarse por la fiebre y lo que parecía, en principio una infección de orina, fue el principio de sus desgracias. Le diagnósticaron insuficiencia renal que a la larga le encadenó a una máquina de diálisis que visitaba cada dos días. Perdió casi toda la masa muscular de futbolista y doce centímetros de altura, hasta que después de dieciseis años le pudieron hacer el primer transplante de riñón que le duró cinco años. De nuevo tuvo que volver a la máquina, hasta que le transplantaron otro distinto. Aún así tuvo tiempo para viajar por toda Europa, para traballar y para casarse con su mulleruca.
martes, noviembre 07, 2006
Quenosemolvide...
lunes, noviembre 06, 2006
Historias de la Fortaleza


Lo que ocurre aquí no es más que la imagen reflejada del espejo del mundo.
sábado, noviembre 04, 2006
Sábado por la noche
Si no fuera porque me marcho el miércoles a la Península y ya no vuelvo hasta el diecinueve de noviembre y voy a estar un tiempo sin ver a mi gente, me quedaría tranquilamente en casa con una manta sobre las piernas, tomando sopita y soplando la cuchara porque ha estado demasiado tiempo en el fuego. Me gusta refugiarme en el pequeño santuario donde con la agujas de punto de la imaginación tejo los sueños, que casi siempre tengo asociados con el día, salvo los más íntimos, que son siempre a la luz de las velas y con un leve olor a incienso flotando en la atmósfera de labios y manos sobre piel desnuda de una cama compartida.
Y sin embargo, esta noche me ducharé, me afeitaré, me pondré las lentillas, me echaré mi perfume de casi cincuenta euros y eligiré una camisa con la que me sienta cómodo porque esa será la bandera que pasearé por las calles junto a mis colegas.
La primera ronda la pago yo.
Salud.
jueves, noviembre 02, 2006
Piensa mal y acertarás.
(Boceto de un guión para un corto que no se rodará jamás)
(Por orden de aparición)
AMIGA
OREN
CAMARERO
AMIGO
AMIGA: Bueno, Oren, ¿y qué tal todo?
OREN: Bien
AMIGA: Se te ve más contento.
OREN: Seguramente, es que estoy estudiando.
AMIGA: Ah, sí. ¡Cúanto me alegro! Y ¿te has matriculado aquí, en la Fortaleza, o fuera?
OREN: No, aquí no. En la pení.
AMIGA: ¿No te gustaba lo que había por aquí?
OREN: La verdad es que no me atraía nada.
(Aparece CAMARERO)
CAMARERO: Buenos días, ¿lo de siempre?
OREN: Sí, para mí con leche templada y para ella...
AMIGA: Con leche también.
CAMARERO: ¿Fría, caliente, templada?
AMIGA: Caliente, que ya empieza a hacer frío.
(Se va CAMARERO después de recoger la mesa y limpiarla con un trapo).
AMIGA: ¿Y cómo te has matriculado?
OREN: Pues on-line, ya sabes, las nuevas tecnologías.
AMIGA: Seguro que es complicado. Todo lo que es a distancia exige mucha disciplina y dedicación.
OREN: Lo sé, pero tengo una tutora.
AMIGA: Ah, es una mujer. Que bien.
OREN: Sí, es una mujer. Hablamos por teléfono casi todos los días y le pregunto mis dudas.
AMIGA: ¿Y te pone deberes? Jajaja
OREN: Pues sí, me pone deberes por escrito.
AMIGA: Y los haces bien.
OREN: Lo intento, al menos.
AMIGA: Muy bien.
OREN: ¿Sabes? Lo bueno que tiene ésto, es que puedes ver a la tutora de vez en cuando. Yo ya he ido dos veces a verla.
AMIGA: Pues podía ella venir aquí a darte clase, también.
OREN: Ójala.
AMIGA: ¿Y qué? ¿Qué tal explica la tutora?
OREN: Yo creo que muy bien. Además, que como es ella quien, me va examinar, viene bien ir a verla.
(Viene CAMARERO y sirve los cafés en silencio)
AMIGA: ¿Cuando te examinas?
OREN: Pues dentro de unos días.
AMIGA: El examen es escrito, supongo.
OREN: No sé muy bien, el primero suele ser oral.y si apruebas, el segundo ya es práctico, pero depende de la asignatura. A veces hay más de dos exámenes.
AMIGA: ¿Qué tal lo llevas?
OREN: Yo creo que bien, pero no sé. El oral no creo que me plantee muchos problemas. En lo que estudiaba antes, prácticamente sólo hacía exámenes orales.
AMIGA: ¿Terminaste al final?
OREN: Qué va. Al final lo dejé. Hacía los parciales que eran casi todos orales, pero nunca me presenté a un examen final donde ya tenías que hacer el práctico, pero en fin.
AMIGA: ¿Y ésto lo vas a dejar también a medias?
OREN: Eso no se sabe nunca. La verdad es que nunca me lo había planteado, pero creo que tengo vocación. Me gustaría seguir con ello a ver que tal.
AMIGA: Ya, ya.
OREN: Creo que el práctico es lo que peor llevo. Me sé toda la teoría y a veces me imagino supuestos en casa, pero hasta que no haga el examen, no sé lo que me va a caer.
AMIGA: ¿Y no le puedes preguntar a la tutora como va a ser el examen?
OREN: Pues se lo he preguntado y me dice cosas, pero hasta que no tengas el examen delante, no te puedes hacer muy bien a la idea. Es que no todas las asignaturas son iguales. Cada una es un mundo.
AMIGA: Ya verás como lo haces bien. Tú eres un coco, Oren.
(Llega AMIGO)
AMIGO: ¿De qué hablais, cabrones?
AMIGA: De los estudios de Oren.
AMIGO: No me lo creo, seguro que hablabais de sexo.
OREN: De verdad que mal pensando eres, tío.
AMIGO: No, piensa mal y acertarás, Oren. En el fondo siempre estamos hablando de sexo.
(Fundido en negro).
miércoles, noviembre 01, 2006
Dormir
Necesitaba dormir.
Anoche me quedé leyendo y viendo películas en el portatil hasta las cuatro de la mañana. No suelo trasnochar si no salgo, pero me apetecía sumergirme en vidas ajenas hasta esas horas, cuando todo es posible y tienes miedo de salir del calorcito de la cama y encender la luz del resto de la casa, no sólo para no despertar a los duendes que sé que viven conmigo (desde hace unos meses también tengo una ninfa), sino también y, sobre todo, por si te encuentras con algún ogro que pretenda robarte los sueños del pecho o con alguna bruja mala que te hechice con malos pensamientos.
Espero que esta noche, los hados del sueño me visiten antes.